domingo, 4 de febrero de 2024

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE EL MUNDO RUEDA

Querida Mariana: dejá que juegue con las palabras. Quien está al lado de mi jefe, el maestro Huguito, es Mario Alberto Rueda Cordero. En cuanto lo vi una avalancha de emociones y recuerdos apareció. Él es marianito, estudió la primaria y secundaria en el Colegio Mariano N. Ruiz. Estudió la carrera de ingeniero industrial, pero ahora ya no ejerce su profesión, un día se dio cuenta que el mundo es una inmensa rueda e hizo honor a su apellido paterno. ¿Ya viste qué dice la playera que viste? Dice “200 millas de México”. Rueda, rueda, rueda, se dedica a correr. Vos sabés que yo sólo voy a la esquina, caminando, y lo hago con mucha precaución, para, como dijera el cartero Jaimito, “evitar la fatiga”, pero sí tengo la capacidad de ver lo que Mario Alberto hace. Antes de que él llegara al Colegio, donde fue recibido por el rector y por los alumnos lo más que había conocido son deportistas que corren la tradicional Maratón, que, dicen, abarca una distancia de más menos 42 kilómetros. De igual manera conozco a varias personas que practican el triatlón, que abarca tres disciplinas: natación, ciclismo y carrera. Los que saben dicen que esta prueba tan agotadora abarca 51.5 kilómetros. ¡Dios mío! Ahora pensá lo que significa la carrera “200 millas de México”, para empezar, en lugar de kilómetros se denomina en millas, y todo mundo sabe que una milla tiene un poquito más de un kilómetro. Si no fallan las clases de ingeniera que recibí en la UNAM, una milla es, redondeándolo, un kilómetro sesenta; es decir, Mario Alberto, como todos los demás participantes, se aventó una distancia de 320 kilómetros, es prueba para seres especiales, Mario Alberto es de ellos. También redondeando puede decirse que la distancia de Comitán a Tonalá es más o menos de 300 kilómetros. A ver, echate corriendo esa distancia. Digo que la prueba es para seres especiales, Mario Alberto lo es. El día que llegó al Colegio Mariano N. Ruiz, su colegio, platicó que se preparaba para ir al país de El Salvador para participar en una carrera de 100 millas, 160 kilómetros. Más joven fue integrante de la CONADE, ahora por la edad, ya quedó fuera del programa. ¡Ay, la CONADE! Bueno, ahí está de dirigente la corredora Ana Gabriela Guevara, qué pronto se olvidó de las carencias que sufrió en competencias. Ahora, Mario Alberto le busca, sabe que el mundo rueda, toca puertas para recibir apoyos. Ya sabemos que es historia común de muchos atletas mexicanos. Por desgracia (¡es lamentable!) ni en el ayuntamiento de su pueblo recibió apoyo. Bueno, ya sabemos cómo es la dinámica. ¡Qué pena! Pero Mario Alberto no se deja, no se rinde, busca patrocinadores para conseguir su sueño, el sueño que, un día, lo obligó a dejar su profesión. El deporte era su vida, ese era su máximo deseo. Sabemos que en el mundo hay de todo, hay algunas personas que se mueren por consumir millas, pero con autos deportivos. Mario Alberto consume millas corriéndolas. ¡Doscientas millas! No alcanza mi mente para dimensionar esta distancia, el esfuerzo que él, y los demás corredores, realizan. En el Colegio lo contó con emoción, estoy seguro que es un ser realizado, la sensación de estar al lado de un grupo compacto a la hora de salida debe ser inigualable, a la hora que el juez anuncia el inicio, todo el grupo se avienta en pos de su sueño, porque, como él dijo, no participa él busca ganar, obtener el primer lugar. En la secundaria del colegio recibió una clase con la historia de Los Juegos Olímpicos y supo que el gran Pierre de Coubertin tuvo un lema que es emblema de la justa: “Lo importante no es ganar, sino competir”. ¡Naranjas de Chicomuselo!, dice Mario Alberto, lo importante es la victoria, él hace todo lo posible por obtener el triunfo. Sin duda que no fue una fácil elección, no fue sencillo dejar la profesión para la que se preparó en la universidad, pero el día que llegó al colegio lo vimos pleno, radiante, contento con su actual actividad profesional. Posdata: ¡Más rápido, más alto, más fuerte!, dice el lema de los Juegos Olímpicos. Más vueltas a la rueda, piensa Mario Alberto y ahí va. Ahí vamos, nuestro Colegio Mariano N. Ruiz va ¡rumbo a los setenta y cinco años! Mario Alberto va rumbo a darle vuelta a la rueda de la vida, de sus sueños. ¡Tzatz Comitán!