sábado, 15 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (26)

-Queremos que nos hagas el mismo milagro que le hiciste a la Marina. Acá está el dinero -. Las demás mujeres movieron la cabeza en signo afirmativo. ¡Jamás había visto tanto dinero junto! Llevé a la mujer al extremo del pórtico y le dije en voz baja:
-Mañana. A las seis de la mañana en punto vayan a la palapa de "El faro", siéntense en la arena y no hagan otra cosa más que ver el mar. Ahora pueden irse.
-Acá está el dinero -y me mostró el bulto de la tentación.
-Mañana -dije.
La mujer guardó el dinero en una bolsa y caminó hacia el grupo. Sus compañeras la rodearon. Cada que la líder les decía algo, ellas volteaban a verme y sonreían. Al final parecieron conformes, dijeron adiós y se fueron.
Entré al salón, busqué el bote debajo del camastro y saqué el dinero que me había dado Marina. Caminé hasta la carretera y subí en el primer microbús que pasó. En el centro fui a la terminal de foráneos y compré el boleto: asiento número nueve, hora: 19:30 de ese mismo día.

Tocaron el timbre. Me limpié las manos y dejé el cuchillo con que cortaba la cebolla. Vi por la mirilla. Era un mensajero con un paquete.
-¿Quién? -grité.
-Traigo un paquete para el señor Jesús Cancino.
Abrí. El muchacho me puso en la cara la bitácora y la pluma para que yo firmara de recibido y me entregó el paquete.

(Continuará)