lunes, 31 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (35)

Por eso, la noche que dejé Barra Oxidada no sabía con precisión cuál sería mi destino. Había decidido que al llegar a la ciudad seguiría la primera huella divina que se me pusiera enfrente. No fue necesario esperar. Al subir al camión la huella se hizo visible, tenía unos ojos del color de las palmeras y hablaba tanto que pensé que era la síntesis de un convento alegre o de un prostíbulo arrepentido. Se llamaba Verónica. Iba a la misma ciudad que yo y apenas habíamos recorrido unos kilómetros ya me había contado la mitad de su vida y me había fortalecido diciéndome que no me preocupara porque encontrar trabajo no daba ningún trabajo.

"No, bebé, estás como loco, parece que tuvieras arañas en el cerebelo. Mira, es como si Dios se te presentara acá en el Café y te dijera: "Bueno, Chus, ya deja de andarme busque y busque. Acá estoy" y tú le hicieras al carnicero y lo cortaras en mil pedacitos sólo para llevarlo a tu inventario.
Yo creí que eras un coleccionista de cositas preciosas y simples, pero, ¡no, bebé!, tú estás coleccionando cosas monstruosas.
Uno de estos días vas a ir al panteón y vas a desenterrar huesos para llevarlos a tu inventario. Eso no es todo, otro día irás a donde refrigeran los cadáveres y te llevarás un pedazo de nalga de algún cristiano. Eso no es todo, algún día vas a querer tener un corazón vivo porque tu inventario no puede estar sin el latido divino. ¿Te das cuenta, bebé? O le paras o yo me hago a un lado. Me dijiste que si quería casarme contigo, pues sí, bebé, ¡sí, sí quiero casarme contigo!, pero ¿dónde voy a caber si dices que en tu recámara ya no cabe nada más? No tienes qué decidir entre Dios o yo, ¡no! La cosa es más sencilla: es el inventario o soy yo. El inventario, ¿no te has dado cuenta, tontito? es el UNIVERSO ENTERO, entonces, digo yo, ¿qué departamento alcanza para llenarlo con el universo?
Deja que el departamento sea el pedazo de universo desde donde podamos gozar, día a día, el inventario de Dios. Sí, bebé, me caso contigo mañana mismo, siempre y cuando hoy mismo mandes a la mierda toda esa porquería. ¿Para qué quieres cerros de corcholatas y pedazos de vidrio?
Bebé, te amo. Si te digo que quiero casarme contigo es porque estoy segurísima de que te amo un chorro y dos montones. Sé un Buscador de Dios, pero no insistas en hacerte pesado el camino llenando de piedras tu mochila.
Te amo, bebé. Ojalá que en esta decisión que tienes que tomar encuentres a Dios y Él te enseñe el mejor camino. Te amo, te amo, te amo, te amo..."

(Continuará)