domingo, 10 de octubre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN BOTÓN DE MUESTRA

Querida Mariana: la pandemia nos confinó en casa. El pequeño espacio donde vivimos se ha vuelto esencial, y cada uno de los elementos que lo conforman ha tomado un lugar especial en nuestro espíritu. La grieta de una pared se ha magnificado, igual que la rotura de una loseta. Lo que antes era imperceptible y sólo se advertía cuando ya el goteo de la tubería era intenso, ahora tiene una presencia rotunda. Pero no sólo las humedades se han ampliado, los detalles del mínimo jardín que mi mamá y mi Paty cuidan muestran sus mejores rostros y ellos, al lado del gatito Félix y de la perrita La Pigosa, son ungüento para el espíritu. Sí, debo confesar que, así como no le hacía mucho caso a las goteras hasta que ya formaban charcos del tamaño de esas tortillas que les llaman mata marido, no ponía atención a las flores, salvo cuando un colibrí nos visitaba y su presencia armaba un alboroto y todos corríamos a la ventana a verlo y mi Paty iba por el celular para tratar de tomarle una foto, con el resultado que ya sabés: el colibrí volvía su cabecita hacia nosotros, volaba con velocidad superior a la de un Boeing 747 y desaparecía. Esta fotografía la tomé hace dos o tres días. Es una flor que la maestra Dely dice que, en Comitán, le llaman Juanita; mi mamá dice que en su natal Huixtla le llaman Chulita, y que de niña la vio mucho, porque crecía en la orilla del mar, donde terminaba la playa. Con estos datos busqué en Internet y vi que en Cuba le llaman Vicaria y en otros lugares le llaman Chabelita. Incluso hallé el nombre científico de esta florecita, modesta, discreta, pero bellísima. El nombre científico es Catharanthus Roseus. ¡Nombre genial! ¿Sabés cuánto mide de largo cada uno de estos petalitos? ¡Dos centímetros! Cinco pétalos por dos dan como resultado ¡diez! Sí, esta florecita es una flor de diez. Digo que en este tiempo de confinamiento aprendí a valorar cada mínimo rasgo de la naturaleza. Ahora aprecio, como nunca, el vuelo del colibrí que llega a chupar miel por las mañanas, de la misma forma que respeto el delicado vuelo de una mariposa o el canto de un soberbio pájaro que está trepado en algún cercano y todas las mañanas saluda al mundo, llenándolo de esperanza. El tiempo también ha tomado otro rostro, su cuerda se ha hecho más intensa, más extensa. La pregunta que muchos se hacen crece como burbuja: ¿cuándo terminará esta pandemia? Nadie da una respuesta certera. Si es cierto lo que dice el cantante argentino Fito Páez: “siempre que llovió ¡paró!”, esta pandemia parará en algún momento, pero ¿cuándo? ¿Cuándo?, Dios mío. Algunas personas buscan en archivos para obtener un dato que los acerque a la respuesta: ¿cuándo pararon las pandemias anteriores? ¿Cuándo paró, por ejemplo, La peste que asoló al mundo? ¿En qué momento el virus pierde fuerza y se extingue? La única certeza es la pervivencia del mundo; por eso, la naturaleza abre sus brazos luminosos todas las mañanas. Ahora, cuando salgo al patiecito y miro esta flor la saludo a la comiteca: ¡buenos días, Juanita!, y recuerdo a mi tía Juanita Bermúdez, dueña de los tanques, en La Pila, donde tantos muchachitos aprendieron a nadar; luego la saludo a la huixtleca: ¡buenos días, Chulita!, y pienso en mi mamá de niña y siento el calor de Huixtla que se desvanece con las gotas que lleva esta florecita en su piel. Sí, aprendí que cada flor, por sencilla que sea, es un privilegio. Tan hermosa la orquídea, como el ave del paraíso, como la chulita. Posdata: La Juanita (ésta, no la que fuma el que te conté) tiene cinco pétalos, cinco pétalos blancos que, en sus espacios, forman una estrella de cinco picos. Una vez, no recuerdo bien a bien en dónde, vi una concha de mar que tenía el mismo grabado que acá se ve, idéntico. El centro y las líneas que formaban una estrella de cinco picos. Esta Juanita es una maravilla doble, sus cinco pétalos unidos forman una fina estrella. ¡Qué prodigio! Digo que cada color, cada aroma, cada línea y cada chulita, han crecido para formar una exquisita burbuja que nos trae aire, mucho aire. En cada resquicio, en cada esquina de la casa, está presente el boceto que hace una mano divina. ¿Cuándo terminará esta pandemia? Ojalá pronto, ojalá los años se vuelvan semanas y dentro de pocas semanas se detenga esta lluvia incruenta, lluvia de alfileres de fuego.