domingo, 31 de octubre de 2021

CARTA A MARIANA, CON SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Querida Mariana: en muchas ocasiones he escuchado que algún amigo dice: “Estoy con sentimientos encontrados”; es decir, está con sentimientos opuestos. Acá lo encontrado no significa hallado, sino que no hay capacidad para decir con claridad qué está sintiendo. Con respecto al tema, te paso una cita de Rosario Castellanos: “Los sentimientos no son algo dado por la naturaleza, sino creado por la cultura”. A veces da la impresión que los lectores de la obra de Rosario olvidamos que, por encima o debajo de toda su literatura hay una filósofa. Ella tuvo, desde su niñez, una vocación de escritora bien definida. Siendo adolescente, en Comitán, escribía poemas. A temprana edad recibió el agua bendita de la publicación en periódicos, pero cuando decidió por una profesión universitaria, no se inscribió para estudiar letras sino para estudiar filosofía, carrera donde, en 1950, obtuvo la Maestría. Ella, acostumbrada a reflexionar acerca de temas que son la materia prima de los filósofos del mundo, en todos los tiempos, incorporó esas dudas y certezas en sus textos poéticos y narrativos. Si está considerada una de las grandes escritoras de lengua hispana, del siglo XX, es porque sus textos están llenos de esas piedritas filosóficas. Ejemplo mínimo de su riqueza intelectual es la cita que copié: “Los sentimientos no son algo dado por la naturaleza sino creado por la cultura”. ¿La desmenuzamos tantito? En Comitán somos expertos en sentimientos, porque en múltiples ocasiones, en lugar de decir: “yo pienso”, decimos “yo siento”; es decir, nuestro pensamiento está supeditado a nuestro sentimiento. Sin ser filósofos, todos sabemos que el concepto de sentimiento está ligado al sentir. Todo lo que está vivo en la naturaleza ¡siente! Sienten las personas, los animales, los árboles, las plantas. Las piedras no sienten, porque están inertes, pero la tierra siente. Eso lo saben muy bien los agricultores, es un conocimiento aprendido desde tiempos remotísimos. ¿Siente el agua? La piedra no siente. Si alguien hace un hueco en una piedra, ésta no resiente el cambio; cuando comienza la cohetería en honor a San Caralampio, los chuchitos sí resienten esos brutales sonidos. Resienten, sienten de más. Las piedras no sienten, los animalitos no sólo sienten, sino que resienten. Lo que los animales no pueden hacer es trasladar a palabras sus sentimientos; es decir, expresar en forma articulada lo que sienten. Los sentimientos sólo pueden ser expresados por los humanos, en forma oral o escrita. Los perritos lloran, sólo las personas podemos expresar el motivo de nuestro llanto. Entonces, Rosario tiene razón en parte: los sentimientos son un proceso cultural; pero por otro lado no tiene razón, porque el sentimiento primario no fue aprendido fue ¡sentido! Si un niño hindú se pincha un dedo reaccionará igual que un pichito comiteco. A partir de ese sentimiento natural, aparece el proceso cultural. Tal vez el papá comiteco le diga al niño que no debe llorar, porque los hombres no lloran; y el papá hindú felicite a su hijo y le enseñe a dormir en cama de clavos para que llegue a ser un gran faquir. Los seres humanos son los únicos que expresan sus sentimientos a través de palabras, de acuerdo con el entorno cultural, así será la respuesta. Las personas sentimos dolor, alegría, emoción, terror, nostalgia y amor. Rosario tiene razón y no. Sentir algo es un don natural; la forma de expresar ese sentir sí es un proceso cultural. Posdata: pucha. La Rosario vendría a quemarme en leña verde. Diría: ¡muchachito bobo! A mí me llevó más de ocho años de estudio en la facultad llegar a esta conclusión. Nada diría yo, sonreiría al pensar que la gran Rosario me llamaría ¡muchachito bobo! Primero por lo de muchachito, y segundo por lo de bobo, porque bobo es alguien que es tonto o ingenuo, y tonto no soy, ingenuo sí, pero la ingenuidad extrema es aceptar todo sin chistar y yo, chisto de vez en vez. ¡Ah, qué chiste tan poco chistoso!