domingo, 24 de octubre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN RAMITO DE HINOJO

Querida Mariana: el hinojo crecía en los patios de las casas tradicionales de Comitán, en el patio central y en los patios traseros, los llamados sitios. El hinojo es una hierba esencial en la cultura de la región. El investigador Carlos Basauri publicó, en 1931, un libro donde comenta que los indígenas asistentes a la Entrada de Flores, en honor a San Caralampio, llevaban manojitos de hinojo al regreso a sus casas. Ese hinojo tenía la bendición del santo y lo empleaban en tés para curar sus males. Antes de la pandemia aún vi que los participantes de la Entrada de Flores hacían lo mismo, llevaban ramitos de hinojo como una prenda sublime. En mi casa de infancia hubo una gran mata de hinojo, crecía frente a la entrada de la oficina de mi papá. En los años sesenta, mi papá fue corresponsal del Banco de México, la Corresponsalía estaba ubicada en la casa, a media cuadra del parque central. Ahora, esa casa funciona como casa habitación y el patio trasero como estacionamiento de autos. La casa está ubicada frente al Súper del Centro. He tenido el privilegio de entrar a mi casa de infancia sin restricción alguna, estaciono mi auto y camino por el patio que me vio jugar carritos, muñequitos y recibir el abrazo de mi papá y de mi mamá. Busqué en Internet y hallé que el hinojo tiene uso medicinal y gastronómico, es una planta silvestre aromática. Todo me encantó, sobre todo esto último: planta silvestre aromática. Lo silvestre siempre lo relaciono con lo sencillo, lo que se da en forma natural, lejos de los jardines planeados, nacen como nace la esperanza, al aire libre; y me encanta que se reconozca su aroma, porque es lo que recuerdo. Jugaba carritos cerca de esa inmensa planta de hinojo, casi lo veía como un arbusto generoso, así que aspiraba su aroma y eso me daba tranquilidad y me despojaba del terror que me daban los gusanos que ahí caminaban. Nunca corté un ramito de hinojo, porque los gusanos me daban pavor, a la vez que me seducían. ¿Vos has visto los gusanos que crecen al amparo del hinojo? No sé si sean exclusivos, pero son gusanos bellísimos. En ese tiempo no sabía que de esos animales brotaban las hermosísimas mariposas con el mismo colorido. Recuerdo los gusanos hechos con trozos de color verde pistache, moteados con negro y amarillo. ¿Tenés un problema estomacal? Tranquila, tomá un té de hinojo, te curarás, seguro. El hinojo nos llegó de España. Allá preparan muchos guisos donde lo emplean por su sabor y su aroma. El otro día me contó mi mamá que en una ocasión llegaron dos españoles a la casa, necesitaban hacer algún movimiento bancario. La oficina de mi papá estaba en un nivel inferior al piso del corredor. Uno de los españoles bajó los dos escalones, se sentó frente al escritorio de mi papá y solicitó lo que necesitaba, mientras el otro español admiró el jardín del patio central. Pienso que ninguna sucursal bancaria, de ahí en adelante, tuvo la belleza de la Corresponsalía del Banco de México que atendió mi papá. Mi mamá estaba sentada en una silla, bordaba. El español le preguntó si podía cortar una ramita de hinojo, mi mamá dijo que sí, que cortara todo lo que quisiera, entonces ella vio que el español cortó un ramito, lo frotó en sus palmas, lo olió y luego lo llevó a su boca. Mi mamá vio que el español lo masticó como si fuera uno de los más ricos alimentos del mundo. Cuando el otro español subió las dos gradas y llegó al lado de su amigo, el primero le contó y volvió a pedir permiso para tomar otras ramitas de hinojo, mi mamá sonrió y dijo que sí, adelante. Los dos españoles hicieron el mismo ritual y algo como una mariposa salida de esos gusanos aleteó en sus rostros. Cuando me lo contó mi mamá me sorprendí. Yo comía flores de begonia, pero jamás probé ramitas de hinojo, ya dije que me causaban horror los gusanos. Los españoles conocían la bendición gastronómica de esta ramita, regalo de la naturaleza, don de los dioses que acá bendice Tata Lampo. Posdata: un día cerraron la Corresponsalía y abrieron la primera sucursal del Banco Nacional de México en una esquina del edificio donde ahora está el Teatro de la Ciudad. Mi papá fue reconocido por su trabajo y don Gonzalo Muñoz fue el primer gerente, don Gonzalo, años después, se convirtió en suegro de Gonzalo Ruiz Albores, quien fue presidente municipal de Comitán y me dio el privilegio de ser el primer director de la Biblioteca Pública Regional Rosario Castellanos. Ahora, las sucursales bancarias no tienen patios luminosos, sus clientes no tienen la oportunidad de llenarse con el aroma generoso del hinojo.