viernes, 1 de octubre de 2021

CARTA A MARIANA, CON PARTICIPACIONES FELICES

Querida Mariana: ¿ya viste la fotografía? Ahora es una imagen común, pero no lo fue. Los aficionados al deporte saben que el fútbol soccer fue una práctica exclusiva para hombres. Por ahí, en la historia del inicio de este deporte en México (en Pachuca), los testimonios hablan de los jugadores varones. Acá están tres chicas practicantes del fútbol soccer: Itzel Guadalupe López López, Ana María Gordillo Cancino, Yoleni Maribi Escandón Pérez, al lado de su entrenador: Abel García Luna. Un día supimos que algunas mujeres también pateaban el balón y una tarde nos enteramos que en el mundo hubo torneos de fútbol femenil y el mundo se amplió. En 1970, en nuestro país se celebró el Mundial de Fútbol. Ah, qué alegría. Recuerdo que en casa de mis primos Bermúdez escuché el partido inaugural México-Rusia, y en casa del maestro Paquito vi en televisión en blanco y negro el partido México-Italia, donde el seleccionado mexicano quedó fuera de la competencia. Todo mundo de Comitán lamentó la victoria de Italia, todo mundo menos yo. Sabés que mi apellido paterno viene de aquel país europeo y yo, snob, reconozco que ahí está parte de mis raíces, por lo tanto, la victoria de Italia me causó alegría. ¡Claro!, esa alegría no la manifesté en voz alta, porque hubiera sido quemado en leña verde. Me refiero a un Mundial de selecciones formadas por varones. Deberían pasar veinte años para que el mundo organizara un Mundial Femenil de Fútbol Soccer. Pero, en agosto de 1970, dos meses después de la celebración del mundial, nuestra Rosario Castellanos, en el periódico Excélsior, escribió un ensayo que tituló: “Mujer que juega fútbol…: o la belleza como parálisis”, donde habla del tema del fútbol femenil. Mirá cómo empieza: “Ya era cosa de ponerse a pensar. Primero se forma un equipo de fútbol integrado por mujeres sin que eso suscite lo que era de esperarse: escándalo, burlas, rechazo. Después ese equipo recibe un entrenamiento que les da una calidad profesional bastante aceptable. Tan aceptable que les da una calidad profesional bastante aceptable…” ¿Mirás qué prodigio? Quien aparece en esta fotografía es Ana María Gordillo Cancino, hija de Verito, del Hotel La Finca. Conocí a Ana María cuando estudió la educación secundaria en el Colegio Mariano N. Ruiz (porras para ese bendito colegio), ahí ya andaba con el balón de fútbol y entrenaba con el seleccionado de la Mariano. Ahora, entiendo, Ana estudia ya el bachillerato en el CBTis 108, y sigue siendo fiel a su pasión deportiva. Ella, igual que miles y miles de chicas en el país, desarrolla un deporte que ya no es exclusivo de varones. Ahora, en el país, existe una Liga Femenil Mx. Esta noticia le daría mucho gusto a Rosario, claro, con su pluma crítica y responsable, brincara para denunciar (¡ay, Señor!) que los salarios para las jugadoras son menores que los de los varones. Rosario diría que si hay alguna chica que juega como Messi debería ganar lo que este maravilloso jugador. En fin. Lo que quiero decir hoy es que Ana María es continuadora de la tradición de las mujeres deportistas que abren ventanas en casas donde antes sólo los varones caminaban y jugaban. Ana no es jugadora profesional (por el momento), juega fútbol soccer porque le apasiona y, entiendo, no lo hace mal. Muchas comitecas también practican este maravilloso deporte. Una tarde fui a Cajcam, ranchería del municipio de Comitán de Domínguez. Al lado de la carretera hay una cancha de fútbol. Vi, maravillado, que varias chicas corrían detrás de un balón, sólo chicas. ¡Genial! En todo el país hay jugadoras de soccer. Ahora, muchas de ellas, ¡qué bueno!, sueñan como soñaron muchos amigos en mi juventud: ser integrantes de un equipo profesional. Ahora las chicas sueñan con ser integrantes del América, o de Las Chivas, o de las Pumas o del Pachuca. Ana, con su equipo, participó recientemente en un Torneo de Fútbol, Categoría Juvenil, cuya sede fue Petalcingo, Chiapas. Llegaron a la gran final, todo mundo echaba porras, al seleccionado de Comitán y a la selección de Chiapa de Corzo. En gritos y porras hubo empate, en el resultado del final hubo una selección ganadora: ¡Chiapa de Corzo! Uf. Las comitecas lamentaron su derrota. Pusieron toda su emoción y capacidad, pero las chicas de Chiapa de Corzo fueron más efectivas frente al marco. Las comitecas anotaron dos goles y sus contrarias ¡tres! Ana alcanzó el subcampeonato. Al día de su regreso se levantó temprano y se puso a ensayar, en preparación para el siguiente encuentro. Posdata: ¿en dónde está Petalcingo? Busqué en Internet y hallé que es un poblado bien bonito, con una población que apenas llega a diez mil habitantes, en el municipio de Tila, y Tila colinda con el estado de Tabasco. El poblado de Petalcingo, a pesar de que es un poblado pequeño, cuenta con un estadio de béisbol en forma. Deduzco que hay afición por este otro deporte genial. ¡Qué belleza! ¡Qué bueno que Ana sigue practicando el deporte de su pasión! La lucha de Rosario Castellanos y de miles de mujeres en el país ha dado frutos. En otro ensayo de Rosario dice: “…algunos bares ostentaban en sus puertas esa misma advertencia que se ostenta en el club de Toby y sus amigos, los amigos de La Pequeña Lulú: “No se admiten mujeres” …” Sí, en el Comitán de los años sesenta las mujeres no entraban a los botaneros, ni practicaban como hoy el soccer. ¡Uf! Qué suerte que Ana, Yoleni e Itzel viven ya otros tiempos, tiempos más libres, más dignos, más igualitarios.