domingo, 7 de mayo de 2023

CARTA A MARIANA, CON MUCHAS BOTANAS, RIQUÍSIMAS

Querida Mariana: estoy en el 340 Jardín Botanero, ahí me topé con este letrero luminoso: “Pinche Comitán, ¡te amo!” Sé que vos también lo decís así, a todo lo alto, es como una manifestación sublime del amor al pueblo donde nacimos, donde vivimos. Hay personas que no usan las palabras altisonantes y no le dicen pinche a Comitán, porque acá la palabra no se refiere al ayudante de cocina ni es un término peyorativo, denigrante. No, acá el contexto es diferente, el amor que le tenemos al pueblo es tan luminoso que empleamos la palabra pinche, porque no hallamos otro término que se acerque al cielo. Cuando decimos ¡pinche suerte!, podemos referirnos a muy mala suerte o, al contrario, muy buena suerte. Esta palabra contiene los extremos, se emplea para lo bueno y para lo malo. Cuando entré al salón del 340 Jardín Botanero y vi el letrero lo leí bien alto y me sentí bien, como si al pronunciar la frase descargara todo mi entusiasmo por nuestro pueblo. Si algún día tu novio te abraza y te dice: pinche Mariana, ¡te amo!, vos sabrás que él te está diciendo la declaración más amorosa, la que lleva más nubes. En mis tiempos de chavo nunca encontré estas frases en las cantinas. ¿Mirás que escribí cantinas? En mis tiempos no había botaneros. Ahora están de moda, ¡qué bueno!, porque lo que más disfrutamos a la hora de tomar una cerveza o una cubita ¡es la botana! En Comitán, y en especial en el 340, no dudamos en decir: ¡pinche botana, qué rica está! Nuestro espíritu exige acompañar la hora del convivio con una rica botana. A mí me encantaba ir con los amigos a botanear al tomar una cerveza (bueno, más de cinco con su correspondiente botella “a consumo”, la que, con sumo placer terminábamos. Javier decía que lo más falso del mundo era pedir “a consumo” lo que consumíamos hasta la última gota). Disfruté esas exquisiteces, de lo mejor de la cocina comiteca. Ahora, el término botanero se usa con frecuencia, lo que me parece un acierto, porque cuando te invitan a ir al 340 Jardín Botanero sabés que te están ofreciendo ir a un lugar donde comerás ricas botanas. Esto me encanta, porque pone en primer lugar las riquezas gastronómicas, ya el mojol de lujo es la bebida. En mis tiempos, la palabra cantina privilegiaba la bebida, por eso salíamos zurumbos de bolos; ahora la invitación es a convivir, a comer ricas botanas acompañadas de uno o dos tragos. Te he dicho que a mí me gustan los espacios libres, incluso antes de la pandemia, me gustaba ir con los compas a lugares donde hay árboles, donde corre el aire como venado contento. Hay lugares donde sirven riquísimas botanas, pero todo es muy encerrado. La mirada se topa con paredes. Uf, paredes en mi casa y más paredes en el lugar de convivencia, se me hace como un acto masoquista. Me encantan los lugares donde la mirada vuela libre, donde el cielo y los árboles acompañan el momento. El 340 es de estos lugares, es un lugar maravilloso, un espacio que convoca a disfrutar el instante, porque lo que hacemos al ir a botanear es precisamente a regocijarse con lo mejor de la vida. Cuando escribo el término botanear, la computadora me indica (con una raya roja) que es un término incorrecto. ¡Sí! En España no es un verbo común. Pero en México lo usamos para decir que vamos a comer botanas, riquísimas botanas. Yo sugiero que un día de estos sorprendás a tu novio y lo invités al 340, ya conocés el lugar, está a doscientos cincuenta metros de la entrada a Zapata, rumbo a Plaza Las Flores, entre lote de autos y Pollos El Güero. Estoy seguro que disfrutarán el lugar y las riquísimas botanas que ahí ofrecen. La adobada y el chicharrón de hebra están de lujo y ni te digo acerca de las pellizcadas, no vaya a ser que pidás más de dos. Posdata: que no lo sepa tu novio, pero yo digo: pinche Mariana, ¡me caés muy bien!, agradezco al destino tu afecto y cariño, sos bien correspondida. ¡Tzatz Comitán!