jueves, 25 de mayo de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO

Querida Mariana: llegó a mis manos “Junk”, el poemario con el que Fernando Trejo obtuvo el Premio de Literatura La Terrestre Raíz de Las Palabras 2022, Categoría Estatal. Dicho premio lo impulsa el Puente Cultural del Sur Sureste, institución que dirige Arbey Rivera. Como siempre que aletean libros frente a mi ventana ¡lo celebro! En la presentación de este libro el poeta Arbey dice que el poeta Fernando Trejo “… se ha entregado a la literatura desde temprana edad y con el paso del tiempo su poesía se ha consolidado como una de las voces más notables en la poesía chiapaneca”. Las dos ideas son certeras: Fer anda enredado en el ajo del arte desde muy joven y ahora es una voz poética importante, así lo confirma la serie de reconocimientos que ha obtenido a nivel estatal y nacional. ¿Dejás que espigue en los dos conceptos? Conocí a Fer desde hace varios años. Soy amigo de sus papás: Socorrito Trejo y Fer (quien, lamentablemente, falleció en tiempo de pandemia). Socorrito y Fer viajaban con frecuencia a Comitán, a finales de los años ochenta y principios de los noventa. Lo hacían porque Socorrito, quien ya mereció el Premio Chiapas, organizaba coloquios literarios, mesas de lectura, presentaciones de libros y más vainas, en nombre del glorioso Instituto Chiapaneco de Cultura, institución que sí sembraba arte en todo el territorio chiapaneco. Fueron tiempos gloriosos. Socorrito y Fer siempre traían a sus dos hijos; ellos, entonces, crecieron a la sombra de esa enormísima ceiba. Fer conoció a grandes escritores, de Chiapas y de otras latitudes, escuchó leer su poesía, sus cuentos, fragmentos de sus novelas; pero también los escuchó hablar de lo cotidiano con una mirada diferente, en las tertulias que se organizaban después de los actos protocolarios y seriecitos. Fer fue pepenando gajos de esa luz. Hoy, como Arbey lo dijo, está convertido en “una de las voces más notables en la poesía chiapaneca”. De acá obtengo una reflexión: los niños y niñas reciben la luz o la penumbra o la oscuridad de los entornos donde crecen. Digamos que un niño que crece en un hogar donde los papás son deportistas tendrá más posibilidades de ser un adulto sano, que aquel niño que creció en un ambiente donde los papás fumaban y bebían traguito. No es regla inmutable, por eso hablo de probabilidades. No significa que todo sea concluyente. El niño que creció en un ambiente jodido puede sobreponerse, salir del fango y convertirse en un ser pleno. Hablo del caso de Fer junior. Socorrito y Fer se sienten satisfechos de esa evolución. El círculo de amigos lo celebra, todo Chiapas manifiesta alegría, porque es bueno que haya más voces inteligentes. En los tiempos actuales hay mucha palabrería hueca, intrascendente. La poesía chiapaneca siempre se ha caracterizado por abonar al gran árbol de la creación. Por ahí tenemos nombres brillantes, a esta relación de poetas nobles se agrega ya el nombre de Fer. Lamenté mucho el fallecimiento de su papá, él siempre fue muy afectuoso conmigo, siempre muy atento, era lector frecuente de Arenilla. Un malhadado día se contagió de Covid 19 y no logró brincar la rayita. Fue uno de los muchos amigos que fallecieron en tiempo de pandemia. El mundo se agrietó. Por fortuna, en esa grieta alcanzamos a ver ligeros destellos que nos hincan esperanza. La voz de su hijo, sin duda, da luz a la gruta infinita donde ya reposa Fer papá. Posdata: el poeta Arbey hace una labor muy meritoria en favor de la literatura chiapaneca, desde Comitán. El premio que creó es muestra de ello, pero a este mérito se une el trabajo que realiza en el Centro Cultural Rosario Castellanos, su labor como editor de libros, y la organización del Festival Internacional de Arte, Literatura y Ecología Balún Canán. ¡Tzatz Comitán!