lunes, 15 de mayo de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN MARAVILLOSO VUELO

Querida Mariana: la vida es un viaje. Los expertos viajeros dicen que lo importante del viaje no es el destino, sino el trayecto. El nivel preescolar del Colegio Mariano N. Ruiz hace realidad este deseo todos los días. Con cariño y profesionalismo enseñan a ver a los pequeños alumnos, porque la diferencia está en la mirada. Les enseñan a gozar y tener cuidado en el trayecto de la ruta de su vida. La fotografía que ilustra esta cartita la robé del muro de Facebook de Preescolar. La robé porque me permite honrar el trabajo emotivo que hace todo el equipo de directivos, docentes y auxiliares. Me encantó la forma cómo celebraron en su día a las madres de familia. En el auditorio del Centro Cultural invitaron a los asistentes a viajar por la república mexicana, a viajar a través de manifestaciones culturales, con la participación de los alumnos y la coordinación de los maestros. La escenografía, ¡faltaba más!, sintetiza lo que ahí se presentó: al lado de un mapa de la república mexicana aparece la salutación: “Feliz día, mamá”; y al frente aparece todo el personal que se encargó de que el vuelo fuera una experiencia única y sensacional. ¿Vuelo? Sí. ¡Vuelo! Porque el personal de preescolar, del colegio, se convirtió en el gran equipo de “Aerolínea Mariano”, cuyo lema es: “Volando con tu imaginación”. Todos los pasajeros disfrutaron un vuelo pleno, lleno de instantes sublimes. A través de cuadros artísticos, los padres de familia disfrutaron la participación de sus hijos, quienes bailaron danzas de diversos estados de la república. ¡Genial! A través de los bailables, los niños y sus papás viajaron con la imaginación, descubriendo las diversas manifestaciones culturales de muchas partes de México. Los viajeros llegaron sin maletas, porque el viaje fue breve, pero intenso; breve, como breve es la vida, e intenso como debe ser la forma de apreciarla. Llegaron al aeropuerto, caminaron a través de un módulo dorado de recepción, pasaron por el arco de seguridad y buscaron los asientos, todos, todos, al lado de las ventanillas VIP. Se ajustaron el cinturón de seguridad y el piloto avisó que estaban a punto de despegar y deseó, como fue, que tuvieran un viaje placentero. El viaje inició y el escenario se llenó de alegría con la presencia de los niños participantes. Ah, fue lindo escuchar a la estudiantina interpretando Las Mañanitas. No faltó la madre de familia que no pudo contener su emoción, porque su hijo estaba al lado de sus compañeritos, tocaba el pandero y al final gritó ¡que vivan las mamás! Cada madre abrió los brazos de su espíritu y recibió ese cántico sincero y honesto. Difícilmente las mamás pueden tener un mejor abrazo, que una manifestación cultural interpretada por sus hijos. Y el viaje llevó a todos los espectadores por diversos estados. Los niños, con sus trajes regionales, esperaban la indicación de su maestra para ingresar al escenario, colocarse en el lugar predeterminado y, a la hora de escuchar el inicio de la música, comenzar a hacer las evoluciones grupales: cascadas de colores, vendavales de sonidos, de pasos, de saludos de los niños que olvidaban por un instante su papel de artistas y alzaban las manitas para saludar a sus papás cuando los descubrían entre la audiencia, en el pasillo del avión. ¡Ah, qué viaje tan sensacional! Un viaje maravilloso que nos llevó al estado de México, a Michoacán (con el maravilloso bailable de los viejitos), Jalisco con su mariachi, Tabasco (faltaba más, la tierra del presidente de la república), Veracruz (tierra donde vive mi querida amiga Monique), Tamaulipas, Sinaloa y, por supuesto, Chiapas. Fue un vuelo lleno de nubes buenas, de nubes portentosas. Los niños jamás olvidarán estos momentos sublimes y los papás tampoco. Todo estuvo perfectamente organizado. Ah, viajar con la Aerolínea Mariano es una experiencia genial. Posdata: siempre he sido admirador del trabajo imaginativo y profesional de la maestra María de Lourdes Aguilar García, directora del nivel preescolar del Colegio Mariano N. Ruiz. La querida maestra Lulú contagia su entusiasmo a su personal y juntos logran un trabajo de calidad, que agradecen los padres de familia y, por supuesto, los niños, quienes reciben las cascadas de luz que fortalecen su crecimiento espiritual. ¡Tzatz Comitán!