viernes, 26 de mayo de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA CEIBA

Querida Mariana: en el parque de San Sebastián existe una ceiba, en el parque de La Pila también hay una ceiba. En el parque de San Sebas existe una placa donde se informa que la ceiba es el árbol sagrado de los mayas. Nuestro pueblo está asentado en una región que antaño fue poblada por maya-quichés, según nos enseñó Doña Gudrun Lenkersdorf. Hay más ceibas imponentes en el pueblo. La que a mí me impresiona es la que está en La Primavera, en el barrio de Yalchivol. La Primavera fue un balneario muy popular en los años cincuenta y sesenta. El maestro Temo cuenta de sus idas a ese lugar y de cómo los chicos de esos tiempos disfrutaban las zambullidas que se daban en la alberca bajo el aura de vida de ese imponente árbol. Paso frecuentemente por La Primavera, porque está en la ruta que recorro para llegar a mi trabajo, a veces hago una pausa, deseo tomarle una foto, porque en ocasiones está abierto el portón, pero me detengo porque es una propiedad privada y mi atrevimiento podría ofender. Pero sí te digo que es un árbol magnificente, simbólico. Estas ceibas son árboles que ya rebasan, con mucho, el siglo. Es difícil hallar rastros de su origen, porque como todo en la vida tuvo un origen; es decir, estos enormísimos ejemplares fueron pichitos, algún día alguien los sembró, los cuidó, les echó agüita y los vio crecer. Esos hombres y mujeres que hicieron la siembra ya no existen. En cambio, los arbolitos han crecido en forma monumental, ah, cómo se levantaron hacia el cielo, cómo engrosaron su tronco. Por fortuna, ¡qué buena iniciativa!, en la ceiba de La Pila sí tenemos información científica que ayuda a acercarnos al conocimiento elemental de ese árbol que recibe a todos los fieles que llegan a visitar el templo de San Caralampio, y que es testigo fiel del paso de los hombres y mujeres tojolabales que llegan a Comitán, para ofrecer sus productos y para comprar cositas que necesitan. El árbol sagrado de los mayas sigue presente en esta tierra prodigiosa. Al pie de la ceiba pileña existe una placa informativa. En principio si te querés ver muy fifí, muy conocedor podés decir el nombre científico del árbol, no es una simple ceiba, ¡no!, es una ceiba pentandra. ¡Ah, pucha, nadita! Como también se establece en la placa del parque de San Sebas, acá dice que es “símbolo sagrado de las culturas indígenas” y abunda más en la leyenda: “…es un árbol sagrado que permite por medio de sus ramas la apertura de los 13 cielos…” Esto llamó mi atención, entré al Internet y hallé que según la mitología náhuatl los trece cielos es el “recorrido por los caminos del cielo”, algo así como si hubiera trece estaciones. Está bonito el concepto estelar. Y luego viene el dato de la edad, del gran viejo que rebosa en juventud. Según la placa, la ceiba pileña tiene una edad aproximada de 203 a 220 años, “fue plantado, según los cálculos biológicos, antes de que se edificara el templo de San Caralampio en 1852…” Me encanta que exista esta información, porque ayuda a comitecos y visitantes a tener una idea del portento que tenemos enfrente. Acá hay una doble información, la placa nos dice que el templo se construyó en 1852; es decir, en este año 2023 está cumpliendo 171 años y el árbol es mayor como por cincuenta años. ¿Mirás qué belleza de conceptos? Cada vez que nos paramos frente a la ceiba y el templo hallamos ese sincretismo que nos define: por un lado, está el templo que, a pesar de ser casa de un santo ortodoxo, representa la cultura que nos trajeron los españoles; y el árbol es símbolo de la cultura prehispánica. Posdata: al pararnos frente a la ceiba recibimos un agradable abrazo de aire y alcanzamos a ver el portento de la naturaleza. ¡Tzatz Comitán!