sábado, 9 de diciembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON ÁRBOLES PINTADOS

Querida Mariana: mi abuelo Enrique decía: “¡miren los árboles!” Veíamos que muchos árboles en el parque tenían calcetas blancas. Los encargados del cuidado del parque habían encalado las bases de los árboles. ¿Por qué los pintan, abuelo?, preguntábamos nosotros y él nos explicaba. Al final concluíamos que muchos decían que era bueno para la salud del árbol y otros aseguraban que, al contrario, lo dañaba. El abuelo Enrique se botaba de la risa, nos decía: ¡miren los árboles!, para que entendiéramos, un poco al menos, el comportamiento de nuestras sociedades. Sentado en su poltrona, tomando café caliente, estiraba las piernas, encaramaba un pie sobre otro y decía que eso de la encalada de árboles era una bobera. ¿En dónde se había visto que los árboles de la Selva Lacandona estuvieran encalados? Ya imaginamos a Dios, después de terminar su obra, decirle a Adán: A ver, vos, primer hombre, ahí está la cubeta y la brocha, ponete a encalar los árboles para que se mantenga el Paraíso. Nosotros también reíamos con la ocurrencia del abuelo, nos picábamos la panza, lo abrazábamos. La abuela nos mandaba a ver si la cucha ya había puesto huevos, íbamos al sitio a jugar, a cortar limas de pechito, las partíamos en cachitos que colocábamos en un tazón con limón, sal y chile. Ah, qué delicia, nos poníamos de pie, caminábamos de un lado a otro, con los labios colorados, abriendo la boca, moviendo las manos, bien enchilados. ¡Miren los árboles! Ahora muchos años después, aunque no tenga enfrente árboles encalados recuerdo lo que decía el abuelo Enrique y lo aplico a la sociedad. Tal vez lo de encalar los árboles no sea recomendable, tal vez sí. No lo sé. Dios mandó los árboles sin cal y la naturaleza es sabia. Todos los elementos están dotados de sus propias capacidades. Pero la recomendación del abuelo era para que nos diéramos cuenta de cómo medio mundo está repartido en los que dicen una cosa y en los que contradicen lo dicho, unos van a la izquierda y otros a la derecha (no me refiero exclusivamente a las ideologías, pero también están incluidas). Hay compas que te dicen que vayás con calma, que todo llegará a su tiempo, que los tiempos de Dios son perfectos; hay otros que dicen lo contrario, metele julepe, dicen, activate, no te caerá el maná del cielo, el tiempo de Dios no es el tiempo de los negocios. Es sólo un ejemplo. ¿Más? Uf, sé que vos tenés mil ejemplos, bueno, todo mundo tiene mil ejemplos. El abuelo Enrique decía: “miren los árboles”, y nosotros veíamos que unos estaban encalados y otros no. ¿Cuáles eran los buenos? Los que habían pintado tenían sus razones y los que no, se burlaban de aquéllos. ¿Para dónde hacerse? Las mamás decían que lleváramos suéter porque más tarde enfriaría, los papás, vestidos con camiseta, sentados en el sofá viendo un partido de fútbol, decían que no, que Comitán no era San Cristóbal de Las Casas. Los médicos recetaban pastillas para eliminar los bichos de las panzas; las abuelas preparaban unos menjurjes raros, con aromas extraños, y decían que desde siempre ese era el remedio más adecuado. Hay gente todavía que prefiere beber el pulque, porque es una bebida embriagante que no tiene los aditamentos de los rones y brandis actuales, el chorizal de químicos agregados. ¿Por qué la gente se enferma más que antes? Los viejos dicen que comían cosas más saludables, recomiendan volver a las dietas antiguas. ¿Comitán? Ah, Comitán era un pueblo más sano, ya dijimos que en los años sesenta (salvo yo, que era panzudito) la mayoría de niños tenía un peso adecuado. Es la dieta, mencionan los viejos. Es que antes, insisten, comíamos cosas saludables, íbamos al sitio y cortábamos naranjas que comíamos con polvo juan. Sí, tal vez tienen razón, ahora todos los niños, si comen naranjas lo comen con ese chile en polvo “Tajín”. ¿De qué está hecho el polvo juan? Hasta donde sé tiene tostada molida (hecha de maíz), sal y chile de árbol. Tan tan. Nada más. ¿Mirás? Todo natural. Bien rico, riquísimo. Ah, el elote asado, con gotas de limón y un poco de polvo juan es exquisito. El color del polvo juan es como de cinta de luz al atardecer. El “tajín” está hecho también de ingredientes sencillos: sal de mar, chile y limón. Ah, me parece maravilloso. No obstante, lo que me da escozor es el color rojo, rojísimo, que deja los dedos y labios como si se hubieran metido en un lodo sangrante. La botellita de Tajín asegura que no tiene conservadores ni colorantes artificiales. ¿De dónde viene ese color como de río donde Moisés metió su cayado? Es una pena que en el pueblo no exista un empresario que envase el polvo juan y lo comercialice a gran escala. Pienso que acá está la muestra de lo que decía el abuelo Enrique, el polvo juan es el árbol al natural y el Tajín es el árbol pintado y ahora medio mundo prefiere el árbol pintado. Los niños de hoy se han perdido la experiencia de comer naranja con polvo juan o el jocotío verde con polvo juan. Claro, el jocote daba chorrillo de vez en cuando, pero la abuela decía que era bueno sacar lo malo de la panza. Tené hijos, dice la amiga a la recién casada; no tengás hijos, dice la otra, disfrutá a tu pareja. Casate, recomienda la amiga a la que se le está pasando el último tren; no te casés, dice la otra amiga, que se casó y ahora sufre la infidelidad del macho. Comé carne, dice uno; no comás carne, volvete vegano, dice otro. Hacé ejercicio, recomienda uno; no hagás tanto ejercicio, dice otro, mirá cuántas deportistas mueren en los campos de entrenamiento. Besá mucho, disfrutá el sexo, recomienda una; no, qué asco, no besés, ¿no sabés cuántos microbios te pasa el otro cuando te besa? Andá con el médico especialista, el que estudió en la universidad; no, dice el otro, la medicina es lo que nos mata, te cura una cosa y te descompone otra. Mejor buscá medicina alternativa. Esto es como lo del vaso medio vacío y el vaso medio lleno, hay gente que pinta árboles y gente que no. ¿Qué es lo ideal? No sé qué pensés vos. Independientemente de que estés a favor o en contra, la reflexión final es que no todo mundo piensa igual, que no todo mundo va a la izquierda ni todo mundo va a la derecha, que cada uno cree en lo que dice, en lo que piensa, en lo que hace. El bobito de nuestro presidente Fox (me refiero a Vicente) llegó a decir una vez que quien no lee vive feliz, porque de nada se entera, vive con un antifaz que evita ver más allá de su mundo pequeño; hay muchas otras personas que opinan lo contrario: hay que leer, para tener el conocimiento y poder ver más allá. ¿Recordás que el otro día dije que estamos jodidos porque no hemos invertido en arte, educación y ciencia? No descubrí el hilo negro, en estos días dieron a conocer los resultados de la prueba PISA, donde participan alumnos de ochenta países. ¿Cómo le fue a México? ¡Cómo le iba a ir, mi niña! Salió reprobado. ¿Qué pena? Pues sí, pero no. Es la cosecha de lo que sembramos. Nuestra juventud está jodida en matemáticas, ciencias y lectura. ¿Mirás? Lo que dijimos. El país no invierte en lo importante. No estamos a la altura de los países más desarrollados. Es una pena porque nuestra patria es un país enorme. ¿Chiapas? Chiapas es un estado enormísimo, con gran potencial. ¿Cómo estamos en ciencia, educación y cultura? Ay, ni te digo, pero ya sabés. Siempre andamos en últimos lugares de educación. Entonces, si el país está jodido, ya podés imaginar cómo está Chiapas. ¿Comitán? Comitán es una ciudad hermosa, con gran cultura. ¿Cómo está? Ay, mi vida, qué pena. Posdata: “miren los árboles”, decía el abuelo Enrique. Nosotros pensábamos en su anécdota del Paraíso. Reíamos al imaginar a Adán con su brocha, encalando los árboles del Paraíso y veíamos a Eva confundida cuando la serpiente le decía: “’ora, Eva, agarrá el fruto del árbol del bien y del mal”, y la conciencia de Eva recordándole que Dios, ¡nada menos!, le había prohibido tomar el fruto del árbol del bien y del mal. ¡Tzatz Comitán!