miércoles, 27 de diciembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN CIERRE

Querida Mariana: “Lalilu cierra sus puertas”. Así lo dijo Samuel Albores, el fundador de la librería. Por donde se le busque ¡no es buena noticia para Comitán! Samy, a través de un video, compartió la noticia. Samy dio razones del cierre, comentó que no quebró su empresa, que no es cuestión meramente económica; dejó en claro que no es porque las personas de Comitán no acudieran a la librería. La única certeza es que Comitán pierde una librería, un hermoso espacio que dio luz a este pueblo. Oh, la noticia no es buena, al contrario, es una noticia llena de niebla. La librería Lalilu cumplirá 9 años en enero 2024, el día de su cumpleaños será el día del cierre permanente. ¡Uf, bonito festejo! Sólo a Samy se le ocurre celebrar un cumpleaños con la muerte de su empresa. Bueno, Samuel ha hecho historia, sigue haciéndola. No es buena noticia para Comitán, no es buena noticia para el mundo. Cuando se habla de la extinción de una lengua originaria se compara con la muerte de una estrella. ¿Qué se puede decir ante la noticia del cierre de una librería? Vos y yo siempre hemos comentado que los lectores inician topándose con libros en su camino. Apenas hace días, en un Platicatorio, Paty (editora ejecutiva de Arenilla) y yo hablamos acerca de libros, invitamos a las personas de Comitán y de la región para que agregaran un libro en el paquete de regalos navideños. En esa plática comentamos, con orgullo, la existencia de tres librerías en Comitán: la mítica Proveedora Cultural, la librería Porrúa y la librería Lalilu. Nada sabíamos del cierre de Lalilu. Paty comentó que el mojol de lujo de esa librería era su jardín maravilloso. Las otras dos librerías no ofrecen la oferta de Lalilu, que no sólo es librería (¿debo ya escribir era?) sino un espacio lleno de libros con un jardín espléndido y un lugar donde se podía tomar un café con un pastelito. En la Proveedora y en Porrúa los lectores llegan, revisan los estantes llenos de libros, los hojean y cuando se deciden por alguno pagan y van a sentarse a una banca del parque o van a una cafetería o van a la sala de casa. En Lalilu la elección del libro se complementaba (ya en pasado, total, falta poco para que el futuro llegue) con el paseo por el jardín lleno de flores, con el bálsamo del correr del agua de la fuente y con el disfrute de una taza de café. En la biblioteca pública hay muchos libros, pero no se puede tomar un café y mucho menos platicar. Hay grandes letreros que exigen silencio, para no interrumpir la lectura de otros. En Lalilu se daba la lectura, en medio de la plática, de la chorcha sabrosa; en Lalilu la mirada recibía la caricia del aire con esencias aromáticas. Samuel dijo que en los dos años recientes ha estado varios meses en Jalapa. Estas ausencias provocaron que sus clientes lo extrañaran de más, porque ya no acudían a comprar libros. Esta declaración (Samuel lo hizo notar) era un elogio y, a la vez, un reclamo, porque la empresa estaba sustentada en su presencia, lo que también dice mucho. Fue un elogio, porque habla de su vocación de gran librero, oficio que no domina cualquiera. Samuel ha sido un gran lector desde siempre, es escritor, estudió literatura; estas esencias le permiten ser un gran conocedor del mundo de los libros. Ahora, Jalapa ganará un gran librero, nosotros lo perderemos. Vender libros requiere una veta especial, veta que Samuel domina con amplitud. Si vender naranjas requiere cierta pericia, vender libros exige una preparación sublime. Samuel aventó la noticia en redes sociales. No fue buena noticia para Comitán, para la región. Qué jodido hacer caso a los mayores, quienes, ante el fallecimiento de un ser querido, sugieren no lamentar la ausencia sino valorar la presencia. Sólo nos queda decir que Lalilu sembró luz durante nueve años, que alentó la lectura en una ciudad que, como la mayoría de ciudades del país, no es una ciudad que se vanaglorie de ser gran lectora; sólo nos queda decirle a Samuel que agradecemos su labor de gran librero. Pronto, muy pronto, el día que cumpla nueve años, Lalilu cerrará sus puertas para siempre. La tuvimos durante nueve años gloriosos. No todo mundo lamentará su cierre, porque no todo mundo conoció ese espacio. Hay mucha gente que vive tranquila sin libros; pero los lectores lamentan desde ya esta velita que se consume. Posdata: lo que Comitán y la región deberían lamentar es que una estrella apagará su luz para siempre. Tal vez valga la pena invitar a ir a comprar un libro antes del cierre. ¡Tzatz Comitán!