miércoles, 13 de diciembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON RAÍCES

Querida Mariana: soy Molinari por mi papá y Torres por mi mamá. ¿Mirás? Un apellido italiano y un apellido español. Vos tenés apellidos españoles. Tus raíces están en la Madre España. Las mías, en cambio, están repartidas entre España e Italia. Estos dos países son casi vecinos, un pequeño mar los separa. Pienso que si alguien se para en una costa de España puede ver la costa de Italia, es una bobera lo que digo, pero en un mapa así se ve, así lo pienso. En Comitán hay más personas con apellidos españoles. Mi querido sobrino José Augusto me dio una copia de un libro inédito de su papá: José Luis González Córdova, comiteco maravilloso. En ese libro (sin título) Pepe fortalece la leyenda de la refundación de Comitán. Españoles e indígenas buscaron un lugar ideal para que Comitán creciera, dicen que en esa búsqueda hallaron a un león (ocelote, jaguar o puma americano) bebiendo agua y dijeron que ahí era el sitio, por la abundancia de agua. Eso dice la leyenda, Pepe da una breve relación de apellidos españoles e indígenas de las personas asistentes: Castellanos, Domínguez, Marín, Culebro, Pulido, Albores, Morales, Trujillo, Lago Moxic, Yaxo, Huluscana, Oxebal, Xulucmuxic… Los apellidos españoles siguen proliferando en la región, los indígenas se extraviaron, ¿por qué? Ah, yo qué voy a saber. Que lo digan los historiadores, los estudiosos de la vida comiteca. Pepe da muestra del sincretismo que se dio. Sabemos por la historia que muchos conquistadores españoles tuvieron relaciones sexuales con mujeres indígenas y de ahí tuvieron hijos. Tal vez (no me hagás caso, es una mera chaqueta mental) los conquistadores, así como eliminaron los dioses de los naturales, eliminaron los apellidos indígenas y los hijos e hijas tuvieron doble apellido castellano. Mi ser tiene dos raíces, la española y la italiana. La española, la del conquistador, me lega la historia de la vejación, pero, a la vez, me lega la bendición de la palabra castellana, lengua en la que me comunico, en la que escribo las cartas que te envío. Todo mundo celebra la lengua de Cervantes, porque la obra literaria del Manco de Lepanto es prodigiosa, tiene algo de lo mucho que define a Comitán: el humor, la inteligencia. Por otro lado tengo la savia italiana; es decir, no soy de los que conquistan, de los que arrebatan, honro la memoria de mi bisabuelo Filippo, de mi abuelo Ángelo y de mi papá Augusto, porque si nací comiteco es porque ellos un día (los dos primeros) migraron de Italia no para conquistar con la espada sino para conquistar con el arma de la razón, del corazón; y mi papá eligió a esta tierra para vivir y para aportar al desarrollo de la sociedad. Soy conquistador por mi raíz española, el apellido Torres habla de torreones, de castillos, de fosos por salvar; soy migrante por la raíz italiana, migro cada día al escribir, al pasar de un renglón a otro, migro cada día al ver películas y leer novelas o cuentos (dos disciplinas que son parte de mi fe), vuelo cuando dibujo, cuando pinto; levito cuando camino con paso cuidadoso por las banquetas de laja, por las calles llenas de baches de mi pueblo (algún día habrá autoridades que respondan a nuestro ideal de vivir en la ciudad que nos merecemos). Honro mis raíces. Sé que, como lo intuyo, algo de los apellidos indígenas también, como pájaros, brincan sobre mis ramas. Soy apenas una minúscula célula comiteca, porque los seres humanos somos granitos de arena (yo, de arenilla); pero soy grande, enorme, porque una historia llena de tradición me cubre, como cubre a todos los que nacieron en este pueblo y aman a Comitán y respetan el legado cultural. Soy descendiente de los conquistadores españoles (por parte de mi mamá), soy descendiente de los migrantes italianos (por parte de mi papá), soy descendiente de la resistencia indígena, porque en algún momento de hace siglos se enredó una cuerda de luz con otra. La mayoría de comitecos tiene dos apellidos españoles, en sus venas corre la sangre de los conquistadores, quienes eliminaron a los dioses mayas e injertaron la religión de un solo dios; en sus labios vuela la palabra castellana, la que domina el habla de la mayoría de habitantes de esta bendita tierra. Posdata: hablo castellano, hablo en comiteco, hablo el dialecto de esta región, dialecto que incluye anacronismos, modismos, palabras tojolabales; pero algo de la lengua de mi árbol paterno se asoma a mi ventana. Si bien no sé italiano, sé que en Italia todo mundo fanático del fútbol (del calcio) grita ¡Forza Italia!, que no es necesario traducir para entenderla, para sentirla. Por eso, mi despedida en cada carta es ¡Tzatz Comitán!, porque tzatz es una voz tojolabal que significa ¡fuerza! ¡Tzatz Comitán!