jueves, 7 de diciembre de 2023

CARTA A MARIANA, CON DATOS IMPORTANTES

Querida Mariana: mi amigo Amín Guillén es un investigador acucioso. A Comitán le ha entregado un trabajo que ayuda a conformar nuestra historia. Dentro de su obra publicada está el libro “Mariano, guerrero de Cristo y su tiempo”, editado por la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar. Dicho libro habla de la vida y obra de Mariano N. Ruiz. Amín relata momentos importantes vividos en Comitán y los relaciona con la personalidad del maestro, quien nació en San Cristóbal de Las Casas, pero llegó a Comitán donde desarrolló un fértil trabajo de creación. Son muchos los libros que dan cuenta de la pasión científica de Mariano. En un capítulo titulado “Mariano, Antonio y Rosario”, Amín habla de Mariano N. Ruiz, Antonio Vera Guillén y Rosario Castellanos. Nos explica que Antonio Vera escribió un pequeño folleto (opúsculo era el nombre) titulado: “El maestro don Mariano N. Ruiz”, en memoria de quien fue su maestro. En dicho opúsculo, la escritora Rosario Castellanos escribió un breve texto a solicitud de Vera Guillén. En un fragmento de dicho texto, Rosario escribió acerca de Mariano: “…su aureola es el magisterio, su gesto el del hombre de ciencia y hay, quizá, en sus ojos, un destello del genio de los descubrimientos…” En dicho capítulo, Amín agrega dos personajes que, también, expresaron sus testimonios respecto a Mariano: el biólogo Rodolfo Meza Arrona y el artista Armando Alfonzo Alfonzo. El biólogo Meza Arrona, en entrevista que le hizo Amín en 2015, dijo: “Don Mariano era una persona bajita pero extremadamente amable, con una característica que no se me olvida nunca: te tocaba el cráneo y te recitaba qué ibas a ser en la vida. Me dijo: >Tú eres una persona estudiosa y vas a llegar a las ciencias. Nada más me dijo que sí podía y con el tiempo estudié en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México…<” En efecto, muchas personas que conocieron al maestro Mariano expresan que tenía gran experiencia en la antigua disciplina científica que se llama Frenología. Él palpaba el cerebro y determinaba algunas características principales. Para corroborar el dicho del biólogo Meza, Amín transcribe lo que Armando Alfonzo escribió en uno de sus libros: “El visitante palpó detenidamente la cabeza rapada a navaja del niño mientras decía a su abuelo las actividades para las que tendría habilidad y los temas y asuntos que le interesarían cuando creciese. Después se despidió y salió por el zaguán. Lo interesante de este episodio es que el visitante acertó ciento por ciento en sus pronósticos. Él era don Mariano Ruiz Suasnávar y el pelón, yo”. Amín se tomó el tiempo para investigar en diversas fuentes y proporcionarnos datos que ayudan a conformar un texto cercano a la personalidad de Mariano N. Ruiz, quien fue llamado en alguna ocasión: “El sabio olvidado”. Hemos platicado, vos y yo, que una de las obras más importantes del padre Carlos J. Mandujano (quien hizo muchas) fue la creación de su colegio para varones que bautizó con el nombre de su maestro: Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar. ¡Ah, qué acto tan generoso por parte de un ex alumno a quien fue su maestro! Actos como el que comento es difícil verlos en la actualidad. La mayoría de personas busca el reflector para sí no para el prójimo. Todo mundo sabe que a raíz del fallecimiento de Don Mariano se constituyó la Asociación de Discípulos y Amigos del Maestro Mariano N. Ruiz, con intención de erigir un faro, mismo que nunca se llegó a realizar. Amín aporta documentos donde nos enteramos que muchas personas realizaron donativos para alcanzar la cantidad de mil quinientos dieciséis pesos, así como el gobierno del estado cedió una torre y el señor Hernán Pedrero (que tenía mucha paga) ofreció donar el faro. La investigación de Amín concluye que en la prensa local se insistió en el destino de los fondos recaudados, pero ya nunca se supo. Posdata: el biólogo Meza Arrona le dijo a Amín que don Mariano “tenía tres paredes llenas de libros”, era su biblioteca. ¿En los años cuarenta cuántas bibliotecas particulares había en el pueblo? ¡Tzatz Comitán!