domingo, 7 de enero de 2024

BOTÓN PRODIGIOSO

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres alcachofas y mujeres alcaloides. La mujer alcachofa tiene ancestros de regiones blandas, de territorios hijos de la raíz primordial. Es una mujer extraordinaria. Las chefs indican que se come cuando está en botón, antes de que florezca. A la mayoría de mujeres las comen cuando están floreando, cuando se abren en pétalos multicolores. En los jardines, la mayoría de hombres admiran las flores, se hincan ante una flor y la huelen. Qué acto tan sublime. El hombre hincado ante la flor abierta, la flor olorosa. Al estilo de los románticos del siglo XIX, el hombre comienza a rezar la siguiente oración: me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere y la desnuda en pétalos. El hombre que reconoce a la mujer alcachofa sabe que se debe rendir antes que la planta florezca, antes que muestre su belleza en colores. Sabe que la mujer está a punto cuando aún está en botón. Sabemos que no en todas partes comen la alcachofa, es una exquisitez que sólo está permitida para los espíritus sensibles. La enunciación de su nombre jamás debe ser continuada, como si fuese una niña trepada en patines, ¡no!, siempre debe pronunciarse en forma espaciada, como ritual para el instante en que será probada, en que el botón se abrirá con todas sus esencias. Debe pronunciarse así “al – ca – cho – fa”, y debe pensarse con el mensaje que emite. Al pronunciar “al” se sabe que pronto llegará el lugar hacia donde uno se dirige. Cuando la “ca” se pega al “al”, la palabra “alca” anuncia la entrada a un lugar que es como alcázar para el deseo. La ebullición de la pasión aparece en el momento que se pronuncia la sílaba “cho”, porque el prodigio de la física amatoria aparece y lo que estaba junto: “alca”, se separa de inmediato, porque la “ca” se va con el “cho” y todo se convierte en “al cacho”, momento definitivo del acto sensual, porque, como promete todo puede ser positivo o negativo, puede ser el instante que abra la puerta o la cierre en forma de viento huracanado. Todo se va al cacho o todo promete ir al cacho, al cachondeo; todo puede ser un cacho de vida sublime, cachito, cachito mío. La mujer alcachofa se sabe dueña del botón maravilloso. Los amantes perfectos saben que el río del deseo no está en la gruta sino en el dintel, en el botón maravilloso. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como un pozo que contamina, y mujeres que son como una mina.