miércoles, 31 de enero de 2024

CARTA A MARIANA, EN MEMORIA DE DOÑA MARTITA

Querida Mariana: hubo una vez una manzana, en Comitán fue tan famosa como la de Eva o la de Newton. Hubo una vez una manzana, que se llamó de la discordia. Doña Martita, quien falleció hace pocos días, vivió ahí con su esposo, Don Manuel, hijos e hijas. Al frente del local estaba la tienda de ropa “Novedades Cecilia” y su casa en la parte posterior y en la planta alta. Hubo una vez un libro con el título “Comitán de mis amores. Colores y miradas de nuestra tierra”, que se publicó en 2012, año donde mi amigo el contador José Antonio Aguilar Meza fue presidente municipal. En 2012 ya no existía la manzana donde Doña Martita tuvo su tienda; en 2012 “Novedades Cecilia” estaba frente a una lateral del templo de El Calvario. En ese libro, los coordinadores invitaron a varias familias para que representaran diversos barrios comitecos, el barrio de “El Calvario” fue representado por la familia de Doña Martita. Si la manzana hubiera existido tal vez a la familia Gordillo Domínguez le habría tocado el mismo honor. En el libro de la historia comiteca, Doña Martita, Don Manuel y sus descendientes aparecen en página ilustre. Hubo una vez que mi papá le dio cien pesos a mi mamá para que se comprara un traje con pantalón y saco en “Novedades Cecilia”. Antes de salir de casa mi mamá oyó que mi papá le dijo: y de una vez me compras dos camisas. ¿Con cien pesos todo eso? ¡Imposible! Pero mi mamá fue muy tranquila, saludó a Doña Martita y a Don Manuel, eligió el conjunto para ella y las dos camisas para mi papá. Ahora que Doña Martita falleció mi mamá recordó ese momento, lo compartió conmigo y agregó: yo tenía crédito con ellos, me daban fiado. Don Manuel siempre me dijo: lo que quiera usted, Doña Hildita, nos lo paga cuando pueda. Cuando mi mamá lo contó recordé que hubo una vez un letrero en la lonchería de Tío Jul que decía: “Señor Fiado se murió, mala paga lo mató”. Mi corazón se columpió porque en “Novedades Cecilia” el Señor Fiado siempre vivió para mi mamá y mi mamá fue buena paga. Hubo una vez que Don Manuel, Doña Martita, dos de sus hijas, tres nietos y una nieta salieron de la tienda frente al parquecito de El Calvario, cruzaron la calle y dejaron que los fotógrafos que ilustraron el libro les indicaran dónde ponerse. Era un grupo de los mejores fotógrafos de Comitán. Los artistas de la lente habían elegido la hora (casi al ocultarse el sol), así como los que modelaron habían elegido su mudada (outfit dirían ahora). Quienes se dedicaron a vender ropa ahora elegían una vestimenta para ellos, para la fotografía de un libro espectacular. Doña Martita quedó al centro del grupo familiar, nada mejor expresado, en vida ella fue el centro, el punto esencial del aura. Hubo una vez un hijo (Carlos) que me envió un mensaje al celular, lo recibí el 29 de enero de 2024. El texto decía: “Hoy, a las 2:15 partió al cielo mi mami Martita. Te pido una oración para su paz y llegada al cielo con nuestro padre Dios y su santísima madre Virgen María”. Cumplo la petición del amigo: Martita, que mil colibríes te lleven al cielo; que tus alas sean los hilos que borden las oraciones eternas; que tu recuerdo sea el sostén para tus hijos y los hijos de tus hijos; que tu memoria sea el columpio para el juego infinito; que tus gajos prendan en lo más alto de tu árbol y tus frutos sean el alimento del baile de las campanas de los templos que te cobijaron: Santo Domingo, El Calvario y Guadalupe. Que cada vez que tu nombre se pronuncie una lluvia de confeti abrace tu alma. Así sea. Posdata: la fotografía del libro fue tomada por Fredi Culebro Meza. La fotografía que anexo es una fotografía familiar, tomada en la navidad de 2023. Luego de este momento, Doña Martita sufrió una caída, todo se quebró, la alegría se convirtió en carreras hacia el hospital, estudios, operación quirúrgica, hasta el fatal desenlace. Un instante tuerce todo. Que Dios mande instantes luminosos a su familia de acá en adelante, que el recuerdo sea un faro de luz. Doña Martita falleció en Campeche, lejos de su Comitán, allá la incineraron, ya la traen, traen sus cenizas, ya regresa a casa. ¡Tzatz Comitán!