sábado, 13 de enero de 2024

CARTA A MARIANA, CON TRANSFORMACIONES

Querida Mariana: todo se transforma. El artista plástico José Luis Cuevas pintaba su autorretrato todas las mañanas, para dejar constancia de que su rostro se modificaba, día a día. Ahora hay personas que, también a diario, se toman autorretratos con sus celulares y hacen un día a día de la transformación. Todo se transforma. El jardinero ve cómo los árboles cambian. Hay un documental que muestra cómo, mientras un tren avanza por la vía, todo está en movimiento: las nubes, las frondas de los árboles, las aves, las personas, los perros, el polvo. No lo percibimos a cabalidad, pero todos los pueblos del mundo se transforman. Don Pilo cambia la puerta de su casa; Doña Amanda cambia de sitio una maceta; Jorge pega un cartel de Los Beatles en su recámara (los chicos de los años setenta, además de los Beatles, pegaban carteles del Che. Ahora, estoy seguro, poca gente pega carteles del Che, muchos más sí pegan carteles de Los Beatles, porque se han puesto de moda de nuevo). Nuestro Comitán se transforma. Una vez hice un ejercicio de señalar los cambios en una calle. Al mes ya dos negocios habían cerrado. Ahora hay nuevas negociaciones. Según los investigadores, nuestra ciudad comenzó a transformarse en forma vertiginosa a partir de los años cincuenta, del siglo pasado. La Carretera Panamericana nos unió con el resto del país y con ello llegó “la modernización”. Llegaron nuevos materiales de construcción y los procesos constructivos que habían permanecido por años se modificaron. Adiós tu tejamanil, bienvenido el cemento. Vos y yo hemos platicado que Comitán no puede permanecer cerrada a los avances que se dan en este mundo globalizado, no puede permanecer aislada como sí permaneció China por mucho tiempo. Lo que las ciudades deben hacer es aliar lo novedoso con la tradición. Un día llegó a Comitán la hamburguesa. Bienvenida. Mientras en las mesas comitecas esté el pan compuesto Comitán seguirá siendo grande. Hace poco tiempo llegó Starbucks a nuestra ciudad. Bienvenido. Mientras en las mesas comitecas siempre esté el café chiapaneco Comitán seguirá siendo grande. El café con pan es una tradición centenaria, es algo inherente a nuestra personalidad. Que nadie nos la arrebate, que nadie la cancele. Tal vez eso nos hizo falta hacer cuando llegaron los nuevos procesos constructivos, no tuvimos la capacidad suficiente para agregar la modernidad a las casas tradicionales. Fue una desgracia que se tirara una casa para edificar una nueva. Bien pudo conservarse el toque urbano de siempre. Pero ya comentamos que en algún momento, una autoridad municipal tuvo la ocurrencia de ampliar las calles, porque ya existían muchos autos. Privilegió a los automóviles en lugar de privilegiar al peatón e instituyó un decreto donde quedó establecido que si alguien modificaba su casa debía remeter su fachada, con lo que, de inmediato, firmó la sentencia de muerte a muchas fachadas tradicionales. Tenemos la muestra de ese desacierto en muchas calles del pueblo. Vas caminando en una banqueta y hallás remetidos. Es simpático el recorrido, pero es un absurdo. No tuvimos la capacidad de preservar lo auténtico. Nadie se opuso. Años más tarde, un grupo hizo la remodelación del centro histórico y, como si fuese un set cinematográfico para película antigua empedraron parte de las calles y enlajaron las banquetas, propiciando con ello que ahora la ciudad sea resbaladiza y provoque muchas lamentables caídas. No tomaron en cuenta la topografía de nuestra ciudad. Si Comitán tiene subidas y bajadas debieron pensar en los peatones adultos, los viejos, y, en lugar de poner materiales resbaladizos, colocar materiales anti derrapantes. Ayer caminé por el parque de Guadalupe. No se llama así, pero así le decimos. Los comitecos ignoramos el nombre oficial. Deberíamos haber celebrado el cumpleaños sesenta del llamado parque Independencia, que, según consta en una placa de bronce, se inauguró el 1 de enero de 1964. Pero no lo hicimos, porque Comitán se transforma y en este proceso de transformación olvidamos parte de nuestra esencia. Tal vez la autoridad lo ignora porque nadie del pueblo llama al parque con su nombre oficial, la voz del pueblo se impone siempre. El corazón del pueblo lo llamamos parque central, ¿quién dice parque Benito Juárez? Así pues, al parque Independencia todo mundo lo llama parque de Guadalupe. Para actos oficiales se nombra Centro Cultural Rosario Castellanos, pero la mera neta es que una mayoría sigue llamando Casa de Cultura al edificio. Al leer la placa del parque de Guadalupe pensé que actualmente, como lo de las fachadas de casas, el parque está mocho. Ya no conserva la estructura con que fue inaugurado, porque la placa dice que “como homenaje a los próceres de la libertad de México y Chiapas, fueron construidos por el H. Ayuntamiento Constitucional 1962 – 1964”. Este plural se refiere a que hubo un parque y una cancha. Ahora ya no existe la cancha. Todavía recuerdo la cancha de básquetbol. Los vecinos disfrutaron la práctica de ese deporte. Como todo se transforma, un día, la autoridad quitó la cancha de básquetbol y construyó una pista de patinaje y ahora tenemos una plataforma con una escultura en cemento que trata de emular una marimba, porque fue concebido para conciertos de ese instrumento, pero, la mera verdad, es que no le han dado ese uso. Si a mí me preguntaran diría que se perdió un espacio de convivencia para jóvenes que hacían deporte en forma sana, quiero pensar. Todo se transforma. Hay cosas positivas y otras que no contribuyen a nuestro bienestar. En varias ocasiones, algunos ciudadanos han manifestado su deseo de peatonizar el centro. Con un estudio urbano bien sustentado se puede lograr. Esto permitiría que Comitán recuperara parte de su esencia provinciana. Es un tema complejo por la situación actual, pero no sería imposible de lograrlo. Grandes ciudades de Europa tienen espacios de convivencia, donde el automóvil no es el personaje principal, son ciudades humanistas donde se piensa en el ser humano, como lo más importante de la creación. Vos no lo viste, pero en la ampliación del parque la calle que va de Casa de Cultura al Teatro de la Ciudad no fue calle, sino que fue una extensión del parque. Los automóviles estuvieron ausentes. Pero, algunos automovilistas se quejaron, adujeron que debían dar gran vuelta con sus autos y la autoridad cedió y abrió la calle. Los pueblos se transforman, a veces para bien, y en otras ocasiones para mal. En este tópico debe privilegiarse entre el auto y la persona. De la respuesta diremos si somos una sociedad que pone en primer lugar a las máquinas o pone en primer lugar a las personas. ¿Qué queremos ser? ¿Una sociedad mecánica o una sociedad humanista? Ya no digo más, porque, insisto, es un tema complejo. Si somos un pueblo con más de ciento cincuenta mil habitantes imaginá cuántas opiniones existen al respecto. Las sociedades se transforman. Toda la vida está en constante cambio, en movimiento. ¿Los objetos tienen la capacidad de cambio? En apariencia no, porque no tienen vida y sólo lo vital se transforma. Pero en casa tengo varios objetos que, con el paso del tiempo, se han deteriorado. De ayer a hoy, el radio que tengo sobre una cómoda se llenó de polvo, este polvo (no lo sé bien) actúa como muchachito jodón sobre la superficie y la desgasta. Los objetos también envejecen, a los radios también les aparecen arrugas, se llenan de canas, se cansan. ¿Los viejos? Ah, ni me quedés viendo. Los viejos padecemos los estragos de la vida, como si fuésemos árboles, hay un instante que estamos llenos de hojas verdes, con nidos y la alegría de cientos de pájaros; pero un día, sin darnos cuenta, vemos en el espejo que comienzan a caer las hojas, nos vamos secando. ¿Los pajaritos? Ah, pues, sé seria. Posdata: el Comitán de los años cincuenta se ha transformado. Aún existe la esencia, pero nuestra sociedad ya tiene otra fachada. Mientras permanezca la esencia, el pueblo seguirá siendo enorme, enormísimo, porque Comitán es un pueblo único. Todas las personas que lo aman contribuyen a su grandeza. La transformación siempre debe ser para lo positivo. Los seres humanos nos transformamos a cada rato; los papás ven cómo sus hijos van cambiando físicamente y en rasgos sicológicos, los papás y mamás piden porque estas transformaciones sean para un sano crecimiento intelectual y espiritual. Lo mismo se aplica a las sociedades. Comitán ¿está cambiando para bien? ¡Tzatz Comitán!