domingo, 28 de enero de 2024
CARTA A MARIANA, CON LIBROS EN TIEMPOS LIVIANOS
Querida Mariana: un amigo me obsequió la fotografía de este documento. Gracias. Me llegó como llega la lluvia, como se aparece el sol.
Cuando lo leí pensé que, de igual forma, llegaron libros a la biblioteca de San Cristóbal de Las Casas. El documento (la ceja del folder lo indica) es del año 1963, del siglo XX. El presidente municipal de San Cristóbal de Las Casas, Don Chus Ruiz, le solicita a mi tío Manuel que, en representación del Ayuntamiento coleto, retire una dotación de libros en la Secretaría de Educación que será destinada para la biblioteca sancristobalense.
Estamos hablando de 1963, querida mía; hablamos de una encomienda oficial, pero amistosa.
En ese año, mi tío Manuel Molinari y mi tía Guillermina Becerra (tía Mina) vivían en la casa ubicada en el número 342, de la calle Quemada, en la Colonia Narvarte, en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México). Con ellos vivía mi primo Cuauhtémoc Molinari Becerra, quien, años después, llegó a ser presidente municipal de Huixtla.
Leí la carta y pensé que mi tío, de inmediato, cumplió la encomienda, fue al Departamento de Bibliotecas, de la SEP, en la calle Brasil 31, presentó sus credenciales, el poder otorgado y recibió la dotación de libros. Sin duda que se hizo acompañar por una o dos personas para que le ayudaran a llevar el encargo. Él, lo estoy viendo, vestía un traje café con una corbata, zapatos del mismo color, bien lustrados. Caminó por los corredores del edificio que, en ese momento, aún no estaba considerado como patrimonio de la humanidad, ni que se convertiría en el Museo del Muralismo, pero sí tenía los bellísimos murales pintados por Diego Rivera. Los que saben dicen que el edificio tiene 120 frescos de Diego. ¡Qué maravilla!
El tío llevaba prisa, porque siempre fue un hombre de trabajo, cumplió con el encargo y posteriormente fue a la calle Carpio, con el número 215, oficina de los Transportes Grijalva, que eran los transportes que se encargaban de traer mercancía a Chiapas.
Un día llegaron los libros a San Cristóbal, el presidente municipal Don Chus Ruiz indicó que fueran transportados a la biblioteca pública y los ejemplares fueron colocados en los estantes para estar al servicio de los usuarios.
Mirá, una carta sencilla da pistas acerca de un acervo literario. Hablamos de los años sesenta, lejos estaban los tiempos donde las bibliotecas serían de estantería abierta. Los amigos de San Cristóbal de Las Casas podrán decir el lugar donde estaba ubicada la biblioteca pública en los años sesenta. Yo fui a la biblioteca coleta en los años ochenta, para recibir un curso, en compañía de las chicas que iniciaron el trabajo de la biblioteca pública comiteca, en esos años el local estaba al lado del auditorio del Centro Cultural El Carmen. Entiendo que actualmente sigue ahí. No lo sé con certeza.
Te he platicado que mi tío Manuel llegaba a la casa que hoy es de la familia Torres, a media cuadra del parque central, en los años sesenta. Mi papá, de inmediato, le invitaba unos tragos y ya, cuando estaban a medios chiles, mi papá me llamaba, yo subía a una silla y cantaba la del “caballo blanco”, de José Alfredo, el comedor se llenaba con mi voz pequeña, bien entonada, este es el corrido del caballo blanco, que en un día domingo… y cuando terminaba de cantar mi papá le decía a mi tío Manuel que fuera generoso, y mi tío se pasaba de generoso, porque abría su billetera y me extendía un billete de cien pesos, ¡Dios mío!, cien pesos. Mis papás me daban diez pesos de domingo, así que el tío me daba lo de diez domingos.
En la carta citada el presidente municipal de San Cristóbal de Las Casas le expresa un gran afecto a mi tío, le dice estimado y fino amigo, sólo así se entiende la cercanía de la encomienda, sólo con cercanos se puede pedir un favor similar.
Posdata: ¿existe todavía ese acervo en la biblioteca coleta? No lo sé. Lo que sí sé es que los usuarios de los años sesenta se vieron favorecidos con esos libros. Hablamos de los años sesenta, los modos eran como acá lo ves.
¡Tzatz Comitán!