martes, 9 de enero de 2024

CARTA A MARIANA, CON IMAGEN ANTIGUA

Querida Mariana: esta foto la compartió Rubén Álvarez Solís. Dijo que data de los años treinta del siglo pasado. Fue tomada en el patio central de una casa antigua, con corredores, pilares de madera y puertas altísimas. Altísimos los cielos, altísimos los recuerdos. Altísima la emoción al ver esta nostálgica imagen. Al estilo del maestro protagonista de la cinta “La sociedad de los poetas muertos”, podemos acercarnos para escuchar el rumor de sus pensamientos. Las niñas recibieron varias órdenes ese día: siéntense acá, párense allá, hagan silencio, miren hacia tal lado. La maestra que tiene la cinta oscura en la cintura es una de las abuelas de Rubén. Las manos en el regazo, las manos que escribían en el pizarrón están sosegadas por un momento. La foto del recuerdo exigió la presencia de un fotógrafo profesional. Por ahí, los historiadores e investigadores nos dirán un día quién fue la primer mujer fotógrafa profesional en el pueblo. ¿Quién fue la Lola Álvarez Bravo? En el tiempo de esta imagen, eran hombres los que dominaban la profesión. La mayoría de niñas y señoritas hizo caso a las indicaciones, se colocaron donde les indicaron, llegaron vestidas con sus mejores galas, algunas con moños y cintas en las cabelleras, otras se trenzaron. Pero advertimos que las otras indicaciones no fueron cumplidas. Es tan difícil hacer silencio cuando estamos en grupo, cuando al lado está la amiguita. Siempre existe la tentación de comentar algo que se ve, algún suceso que ocurre. Por ahí alguien, en voz baja, bajísima, comentó algo. Luego, es tan difícil mantener la vista al frente, siempre ocurren cosas que, de manera inconsciente jalan nuestra mirada hacia otro lado. Es cierto, la mayoría ve hacia el frente, hacia el lente de la cámara, pero otras chicas ven hacia otro lado. ¿Signo de rebeldía? ¿Incapacidad para evitar la tentación que aparece en otra parte? Sin asegurarlo se puede decir que las cuatro mujeres sentadas al centro, en la segunda fila, son las titulares de la escuela de señoritas. Se observa que hay chicas pequeñas y chicas de cierta edad. En la quinta fila se observa a chicas mayores. ¿Todas estudiaban la educación primaria? ¿Qué materias llevaban en ese tiempo? Al estilo del maestro de la famosa película podemos acercarnos a escuchar el pensamiento de cada una de las maestras y de las chicas. Porque queda establecido que hay una esencia donde las indicaciones de los mayores no interfieren: el pensamiento. ¡Siéntense acá! ¡Hagan silencio! ¡Miren al frente!, son indicaciones que se siguen, por principio de docilidad, pero en el pensamiento nadie puede enviar órdenes. Imposible que un maestro exija: ¡no piensen! Aunque en estos tiempos muchos docentes hacen el perverso intento de cancelar los pensamientos propios de sus alumnos. Los maestros siempre siembran ideologías en las mentes infantiles. A muchos les desagradan los niños que piensan diferente, los rebeldes que tienen pensamientos propios. Podemos acercar el oído y escuchar el pensamiento de estas chicas y mujeres mayores de los años treinta del siglo pasado. Posdata: las niñas que tenían calzado las sentaron al centro. Las niñas que estaban descalzas cubrieron sus pies con la vestimenta. Estas personas vivieron el Comitán que vivió Rosario Castellanos de niña. ¿Vive alguna de ellas? Nos acerquemos, las oigamos, algo nos están diciendo. ¡Tzatz Comitán!