lunes, 15 de enero de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN MORALES

Querida Mariana: muchos amigos míos viajan. Cuando lo hacen a grandes ciudades acuden a museos. Mis amigos y amigas son personas sensibles, amantes del arte. Cuando vuelven me platican de los lugares que visitaron, se sorprenden ante el tráfico en Nueva York o México; el intenso enjambre de personas que van de una a otra parte; me cuentan que se quedaron mucho tiempo viendo aparadores, de ropa, de joyas, de libros (esto que pareciera pleonasmo no lo es, si bien los libros son joyas, lo que mis amigos más apreciaron fueron relojes de platino y torzales con piedras preciosas). Les veo la emoción en sus ojos. Los viajes ilustran, dicen los sabios. Dudo un poco de la certeza de la frase, porque a veces, a veces, veo a amigos y amigas que no regresaron muy ilustrados. Lo que sí veo en sus miradas es el pájaro de la novedad, porque salir de casa significa toparse con imágenes inéditas. Cuando platican sus viajes, muchos de los turistas me comparten imágenes donde aparecen instantes, en ocasiones aparecen las fotos que se tomaron al lado de obras de arte. Si conocieron el museo Soumaya se retratan al lado de una réplica del Beso, de Rodin; si entraron al museo de arte de Nueva York me enseñan imágenes donde están al lado de un Picasso, ¡Picasso, pucha! Vos sabés que he viajado poco, una vez, cuando estudiaba el Diplomado en Acción Cultural, en el Museo de San Carlos, en la Ciudad de México, fui con un compañero (quien era en ese momento el director del Museo del Faro, en Veracruz) a ver una exposición con los gordos y gordas de Botero, en San Idelfonso. No me tomé la foto del recuerdo con un cuadro de Botero. Aún no había los celulares que hoy lo permiten. Por esto, el otro día entré al Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos, de nuestro pueblo, y no desperdicié la oportunidad de tomarme la foto del recuerdo con un cuadro del gran pintor oaxaqueño Rodolfo Morales. Ya te he contado que tener cuadros originales (óleos) de Morales es un lujo para los comitecos. Digo esto, porque en este museo también hay obra de Toledo y Tamayo, los dos reconocidos artistas de aquella tierra, los dos grandes, los dos más famosos, pero resulta que de Toledo y Tamayo existen grabados; es decir, en otros museos y residencias particulares existen réplicas de esas obras; en cambio, el cuadro que acá te presento es único, lo que en buen comiteco quiere decir que sólo acá tenemos esta belleza. No me preguntés cómo se llama el cuadro. Mi intención es decirte que si te gustó la imagen vayás al museo y la apreciés en vivo. El beso, de Rodin, no es una pieza única; hay varias en diversas ciudades del mundo. Lo que sí es una pieza única es el Picasso que hay en el museo de arte de Nueva York. Los cuadros que vi de Botero también fueron obras únicas. Bueno, pues lo mismo sucede con este Morales. El museo cuenta con dos óleos originales del gran maestro oaxaqueño (puedo estar equivocado, tal vez por ahí hay otro). Por estos dos cuadros bien vale la pena la visita al museo, bien vale la pena que lo visiten los comitecos y gente de todo el mundo, porque sólo acá tenemos estas dos piezas valiosas. A mí me encanta la obra de Morales. Me caigo mal, pero volveré a contar la anécdota que ya te he platicado en ocasiones anteriores, cuando Morales era chiquitío entró a una escuela de dibujo y el maestro (¡bobo!) lo corrió, porque no sabía dibujar las manos. Acá hay varias imágenes y muchos pares de manos. ¿No sabía dibujar manos Rodolfo Morales? ¿Qué son entonces lo que aparece? No le miro cara de tren, ni de avión, ni de esparadrapos, menos de lagartijas. Son manos, muchas manos. Pienso que este cuadro es como una bofetada con guante al maestro bobo. ¿Dijiste que no sabía dibujar manos? Pues acá te mando un racimo, manos con mi estilo. Así pudo decir el gran Rodolfo Morales. Posdata: siempre he dicho que la anécdota pervive, lo que nadie recuerda es el nombre del maestro estúpido. La historia supo que no valía la pena consignar el nombre de un bobo; en cambio, el niño expulsado se convirtió en un gran artista plástico. Dos de sus obras las posee Comitán. ¡Cómo no va a ser un lujo! ¡Tzatz Comitán!