lunes, 28 de diciembre de 2009

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA COCINA TRANSFORMÓ UNA VIDA



Querida Mariana, algún día recordarás los guisos que tu abuela prepara hoy. La cocina se convertirá en uno de los más entrañables referentes. Además de las paredes ahumadas y de los molcajetes, serán huellas para tu memoria los sabores y aromas de la naranja agria, del comino, canela, chiles, frijoles, almendras, chocolate y del pan recién horneado. Recordarás algunas palabras que son como el humo que retoza en el fuego.
Las palabras más luminosas de los poetas han pasado por la brasa del fogón. El poeta Pablo Neruda fue un niño que descubrió su vocación en medio de la cebolla y de la sal de mar (un buen cocinero no usa sal común, siempre usa sal de mar).
El niño Pablo jugaba con bolitas de masa cuando la abuela, frente a la mesa llena de pimientos, aceitunas, tomillo, cebollas y jitomates, dijo: “Ahora salpimentaré la carne”. Pablito había escuchado la palabra Salpimentar con anterioridad, sabía que era una palabra compuesta proveniente de la revoltura entre la humedad y el trópico. Por lo mismo, no aceptó esa mescolanza, así como no aceptaba que las gaviotas fueran simples pañuelos blancos; así como no aceptaba que ese sonido de marimba que salía del fonógrafo de la sala fuese un simple aleteo de madera.
Pablito salió al patio. El abuelo estaba sentado en una banca de cemento adosada a la pared blanca, tan blanca como si la espuma de mar hubiese trepado a hacer su nido en ese muro. El abuelo fumaba un cigarro sin filtro, por esto tenía amarillos los dedos de la mano derecha. El abuelo vestía el overol de siempre, llevaba la camisa en mangas y con manchas de aceite de oliva. A lo lejos se oía el parloteo de las olas al deslizarse sobre la arena de la playa.
¿Salpimentar? ¿Y por qué no: Pimentasalar? ¿Por qué siempre lo salado por delante? Pablito estaba harto de que, en la vida, la sal sea un condimento más importante que la pimienta. ¿Por qué Dios insistía en convertir a la esposa de Lot en una estatua de sal y no en una estatua de pimienta? ¿Por qué los escritores mediocres insisten en decir que la risa de un niño es la sal de la vida?
Marianita, en nuestra cultura hay un proceso de “salinización” que opaca a los demás condimentos. Por esto, Pablo Neruda propone “sazonar” la vida con otras esencias, a fin de dejar de estar “salados”.
Por esto, los evangelistas modernos hablan de una mujer que al volver la mirada se convirtió en “Estatua de Ajo”. Unos vecinos evitan pasar por donde está la estatua por el tufo que expele; otros, por el contrario, la visitan con frecuencia y lamen la estatua -sobre todo en el seno- para apropiarse de las propiedades mágicas del ajo.
Pablo Neruda amontonó muchas palabras en su morral, como si fuese rescoldo de ceniza lo barrió con una mano y lo juntó en la palma de la otra y ahora escribe su poesía con ese camino de flama.
P.d. Dos cosas que no tienen nada que ver con la carta. La primera, aclarar que este Pablo Neruda no tiene nada que ver con el Poeta Chileno, nuestro Pablo se llama igual que el Nobel de Literatura, pero vive en un lugar que se llama “La Palmilla” y está cerca de Arriaga.
La segunda, contar que hace muchos años tuvimos en casa un perro doberman. Se lo regalaron a Paty cuando el animal era muy pequeño. El veterinario recomendó cortarle la cola. Mi papá se opuso. Mi papá dijo que los perros manifiestan alegría cada vez que mueven la cola. Paty aceptó la sugerencia de mi papá y así “El Terry” fue de los pocos animales de esa raza que conservaron la cola. Mis amigos decían que se veía raro, que se veía corriente. Hoy sé que mi papá siempre tuvo la razón. Mi papá era sabio, era un buen hombre. Feliz 2010, Mariana. Cuidate.