martes, 1 de diciembre de 2009

CÓMO SER ESCRITOR SIN NECESIDAD DE SER "PACHECO"


Hay mitos urbanos. Uno de estos es que el escritor debe ser "bohemio" (bohemio, en estos tiempos de Influenza, significa: medio borrachón, "desguachipado" en el vestir, consumidor de tachas y "bebedor" de Coca).
José Emilio Pacheco es ejemplo de que para ser escritor sólo se necesita "una escalera grande y otra chiquita"; la escalera chiquita se llama talento y la grande se llama constancia.
Al enterarse que el Premio Cervantes le fue concedido, Pacheco dijo que su labor ha sido "de hormiguita".
No debemos confundirnos. Decimos que para ser escritor se necesitan ambos conceptos y la constancia se privilegia.
Ahora, para ser un gran escritor como José Emilio, pues es necesario ser un hombre talentosísimo, como lo es él.
Pero, si Pacheco no fuera "hormiguita" no hubiese logrado el prodigio que sus lectores acunamos entre las manos y el corazón.
Conozco gente talentosísima que se desperdicia. Les hace falta la constancia. Y también conozco gente que si bien no es tan talentosa, suple dicha carencia con mucho trabajo y logra un lugar de privilegio.
¡Es una lástima aceptar que existe mucho talento desperdiciado! En Chiapas esto se da mucho.
Por esto creo que es vital la existencia de talleres literarios. Un taller literario no injerta talento. Un taller literario hace algo más grande: ayuda a ser disciplinado, constante.
El premio concedido a Pacheco ha uniformado las opiniones a favor. Anoche ya alguien hablaba de que, a partir de ahora, es candidato para el Nobel de Literatura. Y parece que el comentario es de lo más razonable.
Basta tomar tres textillos de Pacheco para darse cuenta de lo que su trabajo ha significado. ¿Una novelita breve? Pues ahí está "Las batallas en el desierto"; ¿un cuentecito inolvidable? Pues, "Tenga para que se entretenga"; ¿Un poema excepcional? "Alta Traición". Es decir, Pacheco es un escritor "redondito". Y los expertos en su obra hablan maravillas de sus traducciones y de sus ensayos, además de su labor maravillosa en el periodismo cultural.
Esto no es obra de la casualidad. Pacheco -imagino- se ha sentado a escribir todos los días de la vida. Tal vez ha hecho lo mismo que Picasso recomendaba: "Que cuando la inspiración llegue me encuentre trabajando".
Porque los premios son pretexto, copio -una vez más- la "Alta Traición", poema "redondito":

Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.