jueves, 17 de diciembre de 2009

ENTREGA A HOMBRES HUMILDES


El gobierno del estado entregó el Premio Chiapas. Vi la entrega por la televisión. Dos personajes obtuvieron el premio en la rama de Artes y un médico en la rama de Ciencia.
Encontré una coincidencia en los mensajes de agradecimiento de los tres premiados: la convicción de que la obra de un hombre es el fruto de la convivencia.
Los tres galardonados agradecieron a los hombres y mujeres que, a lo largo de su vida, han estado en su entorno. Así, el maestro Peña Ríos (marimbero de mil sonidos) agradeció a sus padres, esposa, hijos y nietos. Contó que su mamá no deseaba que él se dedicara a la música, pero su papá siempre lo alentó.
En tanto el doctor Brindis hizo un ídem por sus maestros, por su esposa, hijos y por sus compañeros de generación. Ponderó la amistad como un valor eterno.
Y la maestra Maza (dancera de mil pasos) privilegió, de igual manera, el valor familiar y la presencia eterna de sus maestros de danza, así como el valor insustituible de los integrantes del ballet.
Es decir, sin la presencia de los "otros" ellos no hubieran logrado jamás el éxito.
Fue un reconocimiento a la labor de grupo. Nadie se construye solo.
En la vida es necesario el aliento de un padre o de una madre (o incluso el rechazo que sirve como estímulo contrario). ¿Quién navega por los mares sin la guía de los maestros?
Los hombres somos frágiles. Es la mano del otro que nos levanta para el vuelo. Una vez que aprendemos a volar los cielos se nos hacen pequeños.
Los tres galardonados nos dieron una lección de verdadera humildad. Ninguno de ellos alardeó con su obra personal. Por el contrario, todos reconocieron una labor donde los más cercanos quitaron malezas, sembraron, regaron y podaron los retoños.
Fue una entrega humanística, fue como un cielo sin nubes, pero con mucho viento alrededor. ¡Larga vida a los tres premiados!
Qué bueno que el arte y la ciencia tuvieron coincidencia con el humanismo.
Los tres premiados hablaron sin poses, lo hicieron de manera natural, como si el escenario del Teatro hubiese sido el patio de la casa y sacaran su silla y platicaran de la vida.
La vida, después de todo, es un simple riachuelo donde todos metemos la mano y, a veces, bebemos un poco de orines de los "simpáticos" que se orinan río arriba. Por suerte, la noche de la entrega del Premio Chiapas todo mundo bebió agua limpia. ¡Qué bueno!