martes, 8 de diciembre de 2009

MODOS DE MATAR PULGAS


Vargas Llosa habló de la literatura de Onetti. Lo hizo en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara. Dijo que Onetti se sorprendió cuando él le confesó su método de trabajo.
Óscar Bonifaz llegó a mi casa ayer. Me confesó que él trabaja de la misma manera que Onetti: escribe cuando tiene algo qué decir. Así transcurre un lapso en el que no escribe absolutamente nada. Este tipo de escritores como que se va llenando y cuando ya tiene el "cántaro" lleno entonces se "vacía". Tal vez Cortázar era un poco así, porque él habla de que escribía cuando le llegaba "la cosquilla del cuento".
Vargas Llosa es un escritor instalado en el extremo opuesto: escribe diario, con una disciplina férrea.
Yo puedo decir que tengo la misma disciplina de Vargas Llosa. Procuro escribir diario. Además, me enfrento a la página sin saber bien a bien qué escribiré. Siempre me sorprende ese chisguete de luz que brota cuando termino de escribir un cuento. ¿De dónde salió? ¡Misterio!
Estoy convencido -ya lo escribí en una entrada anterior- de que una obra es fruto de la constancia y de la disciplina.
Si no tengo un horario estricto como lo tiene Vargas Llosa es porque, a diferencia de él, no me dedico de manera profesional al oficio. Tengo que realizar otras actividades para obtener el pan nuestro de cada día. Pero, igual que miles y miles de escritores, me gustaría dedicarme de tiempo completo a la escritura. Pero, la vida no siempre otorga concesiones tan generosas. Por esto aprovecho el tiempo libre y, en lugar de dedicarlo a otra actividad, lo dedico a la escritura.
Escribir me sirve para descifrar el mundo, para tratar de entenderlo; para entenderme un poco. Si de paso al lector le sirve de algo, ¡es ganancia!