jueves, 11 de noviembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON GLOBOS

Querida Mariana: ¡Fiesta! ¡Guateque! Son palabras luminosas, palabras que convocan la alegría, el cuerpo mueve los pies y el espíritu levanta las manos. Comitán celebra 25 años de “Águeda Manualidades”. En nuestra ciudad todo mundo conoce esta empresa, empresa que hoy está de fiesta y que, durante un cuarto de siglo, ha servido a la comunidad para celebrar sus fiestas. ¡Ah, cuántos recuerdos en todo este tiempo! ¿Mirás qué bonita vocación empresarial? Hace veinticinco años se creó en Comitán una tienda que pensó en ofrecer chunches para alegrar con dignidad los festejos. ¿Bautizo del pichito? Vonós a Águeda. ¿Quince años de la niña bonita? Ah, en Águeda hay cosas bien bonitas. ¿Primera comunión del niño malcriado que le quitarán el diablo? ¿Boda? ¿Graduación escolar? Cada una de estas celebraciones brilla con más decoro gracias a los adornos que adquirieron en “Águeda”. A mí me encantan esas negociaciones que tienen nombres de sus propietarios, desde el tendejón que es de doña Rosita o de don Memo, hasta las empresas como Hermilo Vives o Águeda. No hay necesidad de importar nombres ni apellidos; los nuestros, los comitecos, son para presumirlos, hablan de una cuerda extensa de identidad. Lo compremos en Águeda, decimos y ahí vamos a ese negocio (bellamente remodelado). Nos sorprendemos cuando nos enteramos que el domicilio oficial señala que “Águeda” está en el barrio de Jesusito. ¿Cómo? Pero si está a un paso de San Sebastián, desde la esquina se ven las frondas del parque de San Sebastián, desde la esquina se ven las torres del templo de San Sebastián, bueno, con decir que todo mundo dice que Águeda está en la subida o bajada de San Sebastián. Desde el parque central bajamos a San Sebas, pasamos por la tienda de Hermilo Vives, la Cerrajería Pulido, Foto Estudio Gordillo, Joyería y Relojería Gómez y llegamos a Águeda y ahí, como si fuese una sucursal de esas bodegas donde los duendes realizan obsequios, hallamos mil y un chunches para celebrar las fiestas. Mi papá fue un admirador de los aparadores que dan a la calle, porque permiten que los peatones, todos, descansen la mirada con algo agradable. Los propietarios de locales aprovechan abrir huecos en las paredes y crean espacios con cristales para mostrar sus novedades, para atraer la atención de los clientes; pero, además, y esto es lo maravilloso, los peatones llenan sus ojos con colores y figuras que cuentan historias. Los aparadores de Águeda son únicos. Ya pronto llegará diciembre y estos ventanales se llenan de figuras navideñas, con muchas luces, con escarcha, con bolitas de unicel que simulan paisajes nevados. Los niños pasan y se detienen un tantito. En muchas ocasiones el gancho funciona y los peatones entran al interior del local y el espíritu sigue sorprendiéndose porque hacia donde se mira hay deslumbres: figuras con unicel, globos, banderines, estantes llenos de pomitos con pinturas, pestañas, disfraces, máscaras, rosarios, cruces de madera, chunches de cerámica, ¡uf!, y mil adornos más. Hay, y esto hace la delicia de los pequeños y de los grandes, una sección donde venden dulces. Es genial, se compra cien gramos de dulcecitos rojos y cien de dulcecitos de color azul, con chocolate en el interior. Hace veinticinco años Águeda abrió sus puertas. En ese momento soñaron con crecer, con tener a su lado la preferencia de los clientes. Comitán era diferente, también era más joven. Hoy, Comitán ha crecido mucho y Águeda creció al ritmo de la ciudad. Hoy, el local tiene un rostro más novedoso, sin perder la tradición. ¿Mirás el techo del espacio ampliado? De teja, bonita, con rostro nuevo, pero con la herencia de siglos. Posdata: hoy, los globos son para celebrar los veinticinco años de “Águeda Manualidades”. Reguemos juncia y pidamos una diana diana conchinchín a los marimbistas. Celebremos el tesón y la visión empresarial de gente nuestra, de comitecos apostando por el pueblo, sirviendo a los nuestros. Durante veinticinco años han adornado el centro de la mesa de los festejos de sus clientes. Hoy, el centro de mesa tiene una palabra: ¡Felicidades!, y la figura de un árbol que presagia más sombra, más luz, más ceiba por muchos años.