lunes, 29 de noviembre de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 14)

Querida Mariana: esta serie de cartas es un homenaje a doña Lolita. En sus crónicas ella nos regaló muchos elementos para entender nuestra identidad comiteca. En la crónica donde habla de su cercanía con Rosario Castellanos, la famosa escritora, nos legó un testimonio de gran valor humano. ¿Cómo era la Rosario que ella conoció? ¿Cómo eran sus papás? Doña Lolita (Dios bendiga por siempre su memoria) nos dio palabras de primera mano, porque no cualquier persona vivió al lado de Rosario, como doña Lolita lo hizo por una temporada. Paso copia de un fragmento y, si lo mirás bien, tratamos de desmenuzarlo tantito, tantito porque no se puede más. Dice doña Lolita Albores: “Rosario y su papá se entendían muy bien cuando hablaban de escritores y de política, leía cada uno su periódico y cambiaban opiniones; doña Adriana quedaba aislada y por eso cuando yo estaba con ella se sentía contenta de tener con quien hablar de cosas más sencillas. No era de categoría inferior como muchos dicen. Las familias Castellanos y Figueroa eran iguales socialmente, dueños de fincas, pero como en esos tiempos las mujeres no asistían a escuelas superiores y solamente se dedicaban al hogar, don César, recibido de Ingeniero Civil en los Estados Unidos era más culto y por lo tanto podía entenderse mejor con Rosario. Pero como conversadora y observadora, doña Adriana les ganaba; yo siempre la vi serena y de carácter muy dulce. A don César, como un hombre muy sensible, que se dolía mucho de las penas ajenas y trataba a todos con mucha amabilidad y cortesía; así los recuerdo cuando tuve la oportunidad de vivir en su casa y ellos en la mía”. Para todos los interesados en vida, obra y “milagros” de Rosario acá hay elementos reales: la visión de doña Lolita, personaje comiteco que como dice, tuvo “la oportunidad de vivir” en casa de los Castellanos Figueroa y ellos tuvieron la oportunidad de vivir en la casa comiteca de doña Lolita. Ya vimos en fragmentos anteriores que don César tenía una cama en casa de doña Lolita, que usaba cuando llegaba a Comitán, desde México. Cuando la mamá de Rosario viajaba a Comitán mandaba a rentar una casa y pedía que contrataran a la servidumbre de siempre, la que había trabajado en su casa cuando radicaron acá. El ingeniero Castellanos se sentía apapachado, consentido, en casa de la mamá de doña Lolita. Doña Lolita dice que hay una idea equivocada cuando algunos biógrafos comentan que doña Adriana era una mujer sencilla del sencillo barrio de San Sebastián, y lo hacen discriminándola. Sí, dice doña Lolita, doña Adriana era una mujer sencilla, de un sencillo barrio, de un sencillo pueblo, pero su familia, la familia Figueroa, también era propietaria de fincas, como lo era la familia Castellanos. Por supuesto, acá hay un hueco donde los investigadores e historiadores deben hurgar. Basta acercarse a los herederos, a los sobrinos nietos de Rosario, por parte de la familia materna y desentrañar estos misterios. Las fincas de don César están bien ubicadas; ¿en dónde estaban las fincas de la familia Figueroa Abarca? Según la información que corre, los restos mortales del hermanito de Rosario fueron depositados en una tumba de la familia materna y no en tumba de la familia Castellanos. ¿Es así? No hay certeza, pero si es así, eso daría idea también de que la familia de doña Adriana tenía suficientes recursos económicos, porque el sepulcro contaba con una catacumba y este tipo de construcción la poseían las personas de cierto nivel social. Hay muchas preguntas. Doña Lolita nos contó y al contar nos dejó testimonios importantes, pero, asimismo, sembró cuestionamientos para que las nuevas generaciones vayan completando el rompecabezas intelectual. Al hablar de doña Lolita y de Rosario hablamos de dos familias comitecas, por lo tanto, hablamos de elementos constitutivos de nuestro Comitán. Rosario, en algunos cuentos y en su novela “Balún Canán” habló del Comitán que vivió; doña Lolita en sus anécdotas, discos y crónicas también habló de Comitán. Cuando nosotros nos acercamos a sus voces escuchamos una clase de historia popular del pueblo y eso nos enriquece. Por eso me atrevo a copiar fragmentos de la crónica de doña Lolita y comentarlos con vos. Si alguien preguntara cómo era el carácter del papá de Rosario, bien podemos decir que, según doña Lolita, era un hombre muy sensible, que se dolía de las penas ajenas y trataba a todos con mucha amabilidad y cortesía. ¿Y cómo era el carácter de doña Adriana? Era serena, de carácter muy dulce y, afirmaba doña Lolita, como conversadora y observadora dejaba muy atrás a su esposo y a su hija. ¡Retratos geniales! Posdata: ¿vos conocés algún retrato de los papás de Rosario? He buscado en el Museo Rosario Castellanos, pero no lo he visto. Tal vez Ricardo Guerra Castellanos, hijo de Rosario, tenga algún retrato de sus abuelos; tal vez por ahí esté la fotografía del hermanito de Rosario que los papás, según cuenta doña Lolita, tenían en su residencia de la Ciudad de México. ¿Qué tanto heredó Rosario del físico de su papá y de su mamá? Rosario era de estatura baja, así imagino a la mamá, pero esto ya cae en el terreno de lo imaginado. Lo ideal sería tener una fotografía que diera constancia del físico del papá y de la mamá. Por ahí, en algún baúl debe estar este documento que, sin duda, ayudará a seguir armando el rompecabezas.