jueves, 18 de noviembre de 2021
CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE EL MUNDO PLATICA
Querida Mariana: en diciembre de 2019 estuve en Tuxtla Gutiérrez, fui a un conversatorio. Pronto hará dos años. En ese momento Chiapas no sabía lo que estaba por llegar. Esa noche estuve al lado del gran cronista de Tuxtla, el siempre recordado José Luis Castro. El maestro José Luis falleció por contagio de Covid-19, en febrero de 2021. Fue una muerte lamentable, él era un gran conocedor no sólo de la historia de Tuxtla, sino de Chiapas en general. Esa noche comencé diciendo que estaba en ese conversatorio que, en Comitán, llamaríamos platicatorio, porque en nuestro pueblo más que conversar ¡nos encanta platicar!, lo más solemne lo volvemos fiesta; un poco como si honráramos a Julio Cortázar, genial escritor, quien decía que no escribía con traje, sino en mangas de camisa. La palabra conversar suena más estirada que platicar. ¿Conversamos? ¡No, platiquemos!
Por eso, porque la plática se da en forma menos hinchada, ARENILLA-Revista inicia una serie de “Platicatorios” que compartiremos con nuestra audiencia, porque sabemos que disfrutarán una buena platicada.
Estos tiempos de pandemia, donde han desaparecido tantos amigos, tanta gente valiosa de la cultura de Chiapas, forzó a reunirnos en forma no presencial. Por fortuna, tenemos a nuestro alcance chunches electrónicos que permiten reunirnos en forma virtual.
Esta serie de “Platicatorios” se realiza en forma virtual. Nuestro invitado está en su espacio y nosotros permanecemos en casa.
En nuestro primer Podcast aparece Ornán Gómez, maestro, escritor y gran promotor de la lectura, gran lector él mismo. Ornán se comunicó desde su espacio en Comitán. Pero subsecuentes invitados abrieron las ventanas desde otros lugares: el escultor Luis Aguilar Castañeda platicó con nosotros desde su espacio en Playa del Carmen, Quintana Roo. Cuando nuestra audiencia escuche y vea este podcast será testigo de una plática con aroma a atol de granillo comiteco y a sal del mar del Atlántico. En la plática con la poeta Marvey Altuzar se colará algo del sonido de la gran Ciudad de México; y en la plática con Ricardo Castro, excelso fotógrafo de aves, algo del vuelo de un quetzal bendecirá la mirada. Aurorita Avendaño sí abrió su ventana comiteca, los sonidos del aire de nuestro pueblo volaron como papalotes alborotados. La relación de invitados, que hoy comparto con vos, apenas es un cachito de todos los podcasts que preparamos. Esta propuesta reafirma el motivo central de nuestro trabajo: llevar lo mejor de nuestra tierra a los lectores de todo el mundo; confirma la certeza de la existencia de grandes talentos en esta tierra bendita.
La plática nos une, hace que la distancia se acorte, que podamos unir nuestros espíritus en tiempos donde la unión de los cuerpos tiene una complejidad no advertida. La plática nos hace bendecir el recuerdo de los que ya no están con nosotros, por causa de esta absurda pandemia.
La plática nos llena de ilusión, nos dice que juntos podemos vencer este muro lleno de alambres de púas. Hubo un tiempo que Alemania estuvo separada por un muro, dejó aislados de la Alemania Oriental a los alemanes del lado occidental. Se vieron a distancia. Así nos vemos ahora, porque el anhelo de una vida menos distante alimenta la esperanza de que un día, igual que en Alemania, el muro se derrumbe.
Si nos cuidamos y tenemos paciencia, una mañana volveremos a abrazarnos. Nos reuniremos alrededor de la fogata y con una taza de café (con pan) volveremos a gozar la hermosa capacidad de platicar, de vernos de frente, de escuchar nuestras risas, de aspirar los aromas de los cuerpos llenos de vida.
En Comitán amamos la plática, desde siempre la hemos consentido, porque ella es la que reúne, la que convoca a amigos y familiares cercanos y auténticos. La plática tiene sabor y aroma, sabe a frijolito colorado, a chicharrón de hebra, a butifarra, a pan compuesto; la plática sabe a atol de granillo, a hueso de tío Jul. Huele a mistela, a flor de tenocté, a juncia fresca, a arco iris madrugador. Y también sabe a hamburguesa, a baguete, a vino blanco chileno, a sushi; y huele al agua del Sena al atardecer, a axila de mujer francesa, a la niebla inglesa y a la huella de un canguro de Australia o al rugido de un león africano. La plática es hilo de vida que une. Por eso invitamos a todo mundo, a platicar, a escuchar y vivir estos “platicatorios”.
Posdata: comenzamos con el pie derecho con el escritor Ornán Gómez y así seguiremos, siempre con el pie derecho, él jala al izquierdo para avanzar. Trabajamos para la sociedad, lo hacemos sin ponernos el frac, siempre lo hacemos en mangas de camisa.
Esta pandemia se ha llevado a muchos amigos, a mucha gente valiosa; no dejemos que nos arrebate la capacidad de platicar, de invocar la vida, de iluminarla a través de la palabra inteligente, sabrosa, cachonda, divertida, inédita. ¡Que todo mundo le entre al platicatorio!