miércoles, 12 de enero de 2022

CARTA A MARIANA, CON CARA SERIA, PERO CON MUCHA CHENTERÍA

Querida Mariana: acá estoy chento, muy chento. Estoy en la Sala de Arte Carlos J. Mandujano, del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz. Estoy rodeado de grandes personajes: en el fondo, Mariano N. Ruiz y Julio Cortázar; al frente: Emilio Carballido. Y digo que estoy chento porque porto el Sombrero de La Ocurrencia, que, generosamente, me fue otorgado en el Centro Cultural de la “Rial”, en Villaflores. Fue (sigue siendo) mi privilegio. ¿Por qué tengo una imagen de Carballido entre las manos? ¿Por qué tengo puesto el sombrero? Porque en diciembre de 2019 (cuando aún no vivíamos el horror de la pandemia) un grupo de catedráticos del Colegio Mariano N. Ruiz, montó una obra de teatro de Carballido. Honramos su memoria con el divertidísimo “Cuento de navidad”. ¿Lo recordás? Es una obra donde aparecen dos personajes que representan a Santa Clos, que al final se pelean por conseguir niños para las tradicionales fotos, uno es plebe y el otro es más fifí, el plebe tiene un lenguaje altisonante que no corresponde al ambiente inocente donde los niños se mueven. La obra es genial y los catedráticos del colegio lo disfrutaron y actuaron, de igual forma, ¡genial! La puesta en escena fue dedicada a padres de familia y alumnos de la institución. Fue una noche sensacional. ¡No! No actué. Me tocó hacer la presentación de la obra, después de la bienvenida del rector. Como era un momento especial me puse el sombrero con que me honraron los amigos de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana, en 2014, al lado de Javier Espinosa Mandujano, destacado intelectual chiapaneco. Celebro una noticia: el 15 de enero de 2022 se realizará la tradicional comida anual de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana, un movimiento cultural de excepción en Chiapas. La invitación dice: “Vamos a platicar, comer y reír, rete harto”, será, como ha sido desde hace varios años, una manifestación plena de vida. La noche de la presentación de la obra de Carballido, un compa profesor me preguntó dónde había conseguido el sombrero, le llamó la atención, quiso comprar uno. ¡No, compa, no están a la venta!, y le platiqué cómo el sombrero tiene un significado especial, especialísimo, y rematé diciendo que recibir el sombrero fue uno de mis grandes privilegios. El sombrero lo uso en ocasiones especiales, me gusta que me pregunten y cuento la historia, porque honro al grupo de los amigos de la Fraylesca quienes realizan una labor cultural exquisita. La noche de la presentación teatral en el Colegio Mariano N. Ruiz casi casi hicimos lo mismo que los compas de Villaflores: platicamos y reímos muchísimo, nos divertimos todos, quienes estuvieron en escena, después de horas y horas de ensayos, y quienes estuvimos como espectadores y gozamos el texto simpático, bien escrito, del gran Emilio Carballido. Llegó la pandemia y suspendimos los actos culturales presenciales. Ahora, los amigos Villaflorenses vuelven al guateque, con las debidas medidas sanitarias, la vida sigue el rumbo. El 15 platicarán, comerán y reirán rete harto. El día de la fotografía estuve al lado de tres grandes; la tarde que recibí el Sombrero de la Ocurrencia estuve al lado de grandes de Chiapas (aparte de los integrantes de la Rial y de los espectadores, recuerdo con emoción al gran Laco Zepeda, quien falleció un año y medio después); y en la noche de la presentación estuve al lado de grandes compañeros maestros que se revelaron como grandes actores. La vida es la gran aventura y la más minúscula hormiga realiza una labor prodigiosa. Posdata: Julio, Mariano y Emilio, nombres elegantes que adquieren relevancia al acompañar apellidos que son esencia del mundo. Hay muchos hombres con el nombre de Julio, de Mariano y de Emilio. ¿Cuántos se llaman Eraclio? No hay muchos. Hay muchos Zepeda, pero sólo un Laco Zepeda, y el día de la entrega del Sombrero de la Ocurrencia, él estuvo platicando y riendo rete harto en la mesa de honor. En enero del veinte veintidós se reúnen los integrantes de la Rial y muchos amigos. No estará Laco, pero en su lugar estarán muchos grandes de allá y de acullá. ¡Ah, la belleza de la vida!