martes, 25 de enero de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN DESFILE PRODIGIOSO

Querida Mariana: quienes desfilan lo hacen al ritmo de uno, dos, uno, dos; quienes observan se contagian de ese ritmo porque los brazos y pies de quienes desfilan siguen ese movimiento, impuesto por la voz del maestro o por los tambores y cornetas. ¡Uno, dos, uno, dos! Acá ves que estas alumnas del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz llevan ese ritmo que parte el aire en uno, dos, uno, dos, el pie izquierdo y el brazo derecho hacia adelante, el brazo izquierdo y el pie derecho se preparan para el siguiente paso, el que corresponde al dos, uno y dos, pasan frente al palacio municipal. Sí, niña mía, los arcos corresponden al corredor externo del palacio municipal. En ese tiempo, finales de los años sesenta y principios de los años setenta, frente al palacio había esta calle con un estampado hexagonal. ¿Ya viste la elegancia de las alumnas? El día del desfile era una ocasión especial para todos los alumnos y para el pueblo en general, las chicas arreglaban (desde una noche antes) el uniforme de gala, las zapatillas blancas y (asumo) muy temprano se ponían en manos de una experta en peinados, un poco de perfume y un detalle mínimo en el cabello. Los alumnos del Colegio tenían un uniforme de gala para las ocasiones especiales, aparte el uniforme de todos los días. Uno, dos. En la fotografía vemos los vanos de dos arcos del palacio. Adultos, jóvenes y niños están en la zona VIP, en palco privilegiado. Desde ahí aprecian a los alumnos que desfilan para conmemorar alguna fecha cívica relevante. Quien está en el puesto más visible es el presidente municipal, que aprecia el desfile desde el balcón en la segunda planta. Así era la traza urbana de entonces. En el palacio federal de la Ciudad de México, frente al zócalo, el presidente de la república continúa saliendo al balcón para presenciar el desfile del 16 de septiembre. Acá en Comitán, desde la remodelación del parque central se eliminó esta calle, ahora los de Eventos Especiales improvisan una carpa en alguna avenida para que el presidente se trepe sobre un templete de madera. Uno, dos, uno, dos. A continuación del edificio del palacio municipal se advierte un local que era una refaccionaria, Refaccionaria automotriz Servicio Morales; en seguida dos entradas (o salidas, dijera el clásico simpático, según vas o venís), que dan directamente al Pasaje Morales. Sí, ya advertiste que ahora el primer local no existe. Cuando realizaron la ampliación del palacio municipal, el gobierno lo adquirió. En aquellos años, la parte baja de la presidencia tenía cuatro arcos que resguardaban el acceso principal (dos en cada lado), ahora el edificio tiene tres arcos en cada lado, y el último de la derecha está pegadito a la entrada al Pasaje Morales, que sigue conservando su nombre, aunque los locales del pasaje que eran propiedad de la familia Morales ya pertenecen a otros apellidos, en algún momento mi mamá compró el local donde tuvo su negocio de venta de estambres, ya no le pertenece. Uno, dos, uno, dos, dos accesos al pasaje, y al lado, un local, uno, también propiedad de la familia Morales (donde ahora está el acreditado negocio San Marcos). ¿Qué negocio tenía ahí la familia Morales? ¡Una armería! Hoy no existen negocios de venta de armas en las ciudades mexicanas. En esos años, los aficionados a la cacería no tenían problemas para comprar rifles o balas para pistolas y escopetas. No sólo don Rafa Morales tenía una armería en Comitán, también don Ramiro Gamboa tenía una armería, la de don Ramiro no estaba tan céntrica como la de don Rafa, la del señor Gamboa estaba en la actual 2ª calle norte poniente, por donde ahora está una sucursal de la Panadería La Flor de México. ¿Has visto cómo a mitad de esa calle hay un enorme registro que va de banqueta a banqueta y recibe agua de lluvia? Bueno, pues mero enfrente de ese registro estaba la armería del señor Gamboa. Eran otros tiempos. Uno, dos, uno, dos. Otros tiempos, sí. Mirá cómo en una de las columnas del edificio municipal hay un letrero de Coca Cola donde se indica que la circulación de autos era en el sentido que respetan las alumnas del Colegio Mariano N. Ruiz. Ahora no se permitiría que una empresa privada tuviera un anuncio en un edificio público. Eran otros tiempos. Posdata: a mí no me gustaba desfilar, pero cuando dejé de ser alumno de primaria y secundaria y pasé al bachillerato, por una genial decisión ya no nos correspondió desfilar y disfruté mucho el paso de los alumnos (de las alumnas, sobre todo). Uno, dos, uno, dos, y ellas con armonía, disciplina, mandaban que sus brazos se movieran a pie contrario, el pie izquierdo avanzaba al mismo ritmo del brazo derecho. Qué coordinación tan genial. Así se movía Comitán en ese tiempo. Eran otros tiempos, tiempos más afectuosos, sin pandemias.