sábado, 1 de enero de 2022

CARTA A MARIANA, CON PENDIENTES HISTÓRICOS

Querida Mariana: alguien preguntó por qué el parque de San Sebastián se llama Parque de La Corregidora, cuando bien debería llevar el nombre de nuestra heroína Josefina García. Hay una revisión de la historia y la certeza de que los nombres de los sitios públicos deben servir para honrar a los nuestros, para consolidar nuestra identidad. Cuando vemos que el auditorio de básquetbol se llama Roberto Bonifaz está la certidumbre de que se honra a uno de los grandes deportistas de Comitán. A nadie se le habría ocurrido nombrar el auditorio con el nombre de Horacio Llamas, por ejemplo, quien es un destacadísimo basquetbolista mexicano a nivel internacional, pero que poco dice para nuestra identidad. Por eso, ahora varias personas opinan que hay pendientes históricos con tres mujeres que brillaron en el arte. El arquitecto Pepe Trujillo, desde hace años, lanzó la propuesta de honrar el nombre de una comiteca que brilló a nivel internacional: Isabel Soria Zepeda, quien nació en Comitán el 6 de enero de 1890 y llegó a ser una destacadísima cantante. Sus datos biográficos dicen que fue soprano, pianista y compositora; asimismo, que cantó en grandes escenarios de Europa. Si sabemos poco de ella es porque no existe un espacio que nos recuerde que nació acá. La poeta Clara del Carmen Guillén propuso que, de igual manera, se honre a la escritora Blanca Lydia Trejo González, quien nació en Comitán el 25 de febrero de 1906. Pocas personas tienen conocimiento de la vida y obra de esta paisana, quien, según datos aportados por Clara, fue bibliotecóloga, activista política y realizó la primera antología de literatura infantil en México (en 1950), además de que escribió acerca de la Guerra Civil Española. Y el tercer pendiente lo señala el doctor Segundo Guillén: falta honrar a doña Leticia Román de Becerril, quien falleció hace poco tiempo. Doña Lety nació en Comitán el 13 de febrero de 1934, fue una destacada pianista e investigadora de hechos históricos del país, de Chiapas y de Comitán, nos legó varios libros que contribuyen a la identidad comiteca. No sé qué pensés vos, pero considero de justicia las propuestas del arquitecto Trujillo, de la poeta Guillén y del doctor Guillén. ¿Por qué existe la costumbre de nombrar a lugares públicos con nombres de personajes relevantes? Para preservar la identidad. En nuestro país, como sucede en los demás países del mundo, se nombran espacios públicos con nombres notables de nuestra historia, es el caso, por ejemplo, de escuelas públicas. En toda la patria existen muchísimas escuelas que se llaman Belisario Domínguez o Miguel Hidalgo y Costilla o Josefa Ortiz de Domínguez. Por fortuna hay ejemplos locales, que honran a maestros que dedicaron su vida a compartir conocimientos con su comunidad. Acá en Comitán hay algunos casos: escuela Esteban Alfonzo, escuela Víctor Manuel Aranda León, escuela Javier Mandujano Solórzano (maestro Güero), escuela Jaime Rodas Rovelo. Nadie se ha acordado de nombrar una escuela con los nombres de las señoritas Román: Vicenta, Trinidad y María, quienes, en los años veinte, tuvieron una escuelita particular. Recordemos que Rosario Castellanos, la gran escritora, recibió sus primeros conocimientos en una escuela similar, así lo consigna en su novela “Balún Canán”. Considero de justicia las propuestas, en lo que no estoy de acuerdo es en derrumbar lo que ya existe. El parque de San Sebastián se llama Parque de La Corregidora. ¿Debemos honrar a Josefina García? ¡Sí! Hay que buscar un espacio innombrado para hacerlo. Comencemos a honrar sin tumbar la historia. Hay una tendencia actual en derribar estatuas para erigir otras. Al botar esas estatuas se deja trunca a la historia, la que está formada con todos los mosaicos negros y blancos. Posdata: en fin. Mi comentario, querida mía, apoya las iniciativas de honrar la memoria de esas tres comitecas destacadas. Pienso que los comitecos tenemos la suficiente capacidad para hallar espacios que las dignifiquen y las honren, sin alterar nuestra historia común, porque de lo contrario, en el futuro puede repetirse el hecho y borrar esos nombres para colocar otros. A partir de hoy, un Consejo Ciudadano que vele por el patrimonio debe estar atento a los bautizos de los espacios públicos que se generen de acá en adelante, por los siglos de los siglos.