martes, 18 de enero de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTO INEXISTENTE

Querida Mariana: Rocío y yo fuimos al museo hace más de veinte años. Habíamos comido unas quesadillas en Chapultepec y luego ella dijo que fuéramos al museo. En el muro del vestíbulo estaba un marco con un letrero: “Fotografía de la nada”. Se acercó un par de muchachos tomados de la mano, ella, en lugar de ver el marco vio a su pareja, él dijo: “La mejor foto del mundo”, ambos rieron y caminaron. Rocío hizo lo que la chica, me vio, luego vio el marco y dijo: “En primer plano la nada y más allá la nada, una metáfora de la vida, ¿no?” A veces pienso en esa tarde. Nosotros, a diferencia de los muchachos, nos quedamos un buen rato viendo ¡la nada! No reímos, al contrario, ese pedazo de muro enmarcado pareció jalarnos, decirnos que en ese minúsculo espacio algo nos decía el universo. Como era tarde ya no entramos a las salas, Rocío me dijo que lo hiciéramos otro día. A mí me dio gusto esa propuesta. Disfrutaba mucho la presencia de Rocío. En el Metro, ella dijo que la fotografía de la nada era una genialidad babosa. Coincidimos. Una tarde habíamos entrado a otro museo y vimos una instalación donde estaba un colchón lleno de basura, a mitad de la sala. Dijimos que eso sí era una simple babosada, no hija del genio creativo, sino de la ociosidad alucinada. Pero la fotografía de la nada tenía cierta gracia que se burlaba del mundo, invitando a los espectadores a reflexionar en serio, a partir de una soberana estupidez. Se supone que lo expuesto en un museo es algo irrepetible, original. ¿Quién se atreve a hacer una copia exacta de la Gioconda? Son pocos los atrevidos, y muchos menos los que lo logran. Los expertos pueden, con la mano en la cintura, comprobar la falsedad de una obra de arte. Por el contrario, la Fotografía de la nada, la podríamos copiar sin mayor problema, bastaba ir un domingo al tianguis de La Lagunilla, buscar un marco bonito, llegar a la casa, colgarlo en un clavo y pegar el letrero: “Fotografía de la nada”. Eso bastaba para sentir que teníamos “una obra de arte” en casa. A quien preguntara bien se le podría decir que una obra similar estaba colocada en el vestíbulo de un museo de arte. A veces hay cosas sencillas impactantes. Hay muchas fotografías que son verdaderas obras de arte y sólo bastó oprimir el botón de una cámara para captar un instante sublime. Jamás habíamos pensado que, también, se podría hacer una fotografía de la nada, a partir de la nada. Rocío dijo que bien podría ser una metáfora de la vida, porque la vida, en efecto puede contener El Todo, pero también La Nada. Y si queremos jugar con palabras y conceptos podemos decir que la vida contiene la Nada del Todo o el Todo de la Nada. Nadie tiene recetas para preparar eso que se llama Sentido de la vida. Algunos sabios, en ocasiones, le agregan una pizca del Todo y a veces, como si dosificaran la sal, un puñito de La Nada. ¿Hay alguien que quiera hallar el sentido de la vida parándose frente a una fotografía donde no hay más que un marco que simboliza a La Nada? Rocío y yo estuvimos de acuerdo que lo contrario era imposible de lograrlo. ¿Quién, en sus cinco sentidos, se atrevería a colgar un marco en una pared del museo y el letrero “Fotografía del Todo”? Posdata: cuando fui al departamento donde vivía Rocío con su mamá y su abuelita, ella me recibió con un recorte de periódico: el marco de la fotografía de la nada había sido una travesura que hizo alguien. Ese travieso hizo la travesura en un momento que el vigilante fue al sanitario, descolgó un anuncio con el horario del museo y colgó el marco con el letrero. Parece que los dos muchachos, nosotros y dos señores fuimos los únicos testigos de su atrevimiento. Cuando el vigilante regresó no vio nada extraño, hasta que los dos señores se acercaron a él y le dijeron que eso era absurdo, que cómo el Museo promovía algo así. La Fotografía de La Nada sólo permaneció por pocos minutos en la pared del museo. Rocío me invitó a pasar a su recámara, sin pasar de la puerta, desde ahí vi que al lado del clóset había colocado un marco con el letrero: “Fotografía de La Nada”, se llevó un dedo a la boca y pidió que nada dijera, para que no se enteraran las autoridades y la acusaran de robo de una obra de arte.