sábado, 29 de enero de 2022
CARTA A MARIANA, DONDE SE HABLA DE UN LOCUTOR GENIAL
Querida Mariana: don Romeo Torres Ventura falleció hace años (en 2014), fue un hombre que Comitán recuerda con cariño, porque dedicó su vida a la locución; es decir, miles y miles de radioescuchas lo conocieron a través de su voz difundida en la radio.
En diciembre de 2009, la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar presentó el número 7 de la Colección Cuadernos Universitarios, en donde aparece el testimonio de don Romeo, él, en varias ocasiones, compartió con nosotros parte de sus vivencias, éstas son las que están contenidas en este cuaderno.
Los cuadernos fueron de tiraje mínimo. El día que se presentó el número 7, don Romeo me dijo que llenaría el Auditorio Roberto Cordero Citalán. No falló. El auditorio estuvo al tope, con amigos, familiares y gente que lo admiraba. Colocamos una mesa con los cuadernos, en el vestíbulo del auditorio. Diez minutos después de haberlos puesto en venta, llegó don Romeo diciendo que necesitaba más, muchos más, porque ya se habían agotado. Pues sí, don Romeo, le dije, el tiraje ya se agotó, no hay más. No hubo más. El testimonio de don Romeo fue un éxito en ventas. Tal vez por ahí hay personas que atesoran ese cuaderno.
Ayer, en un programa de TV-UNAM escuché que una catedrática de la máxima casa de estudios del país dijo que, en este tiempo de pandemia, sus alumnos no sólo acuden a clases en forma híbrida, algunos días en forma presencial y otros en forma virtual, ¡no!, también se ha intensificado ¡la lectura híbrida! Eso llamó mi atención. Ella explicó que ahora, como nunca antes, los estudiantes leen libros impresos en papel (digamos, los tradicionales) y libros electrónicos; dijo que mucha de la información científica, los muchachos la “bajan” del Internet. Pensé entonces que también me volví “híbrido”, leo libros impresos en papel y libros electrónicos.
Cuando comenzaron a aparecer los chunches para leer libros electrónicos les hice el feo. Debés entender que soy un lector hecho a “la antigüita”, desde los años sesenta, cuando compraba libros con don Rami, en su Proveedora Cultural, amé los libros impresos en papel, y conocí todas sus ventajas, que no enumeraré acá, porque me llevaría toda la carta. Vos conocés las innumerables ventajas (bueno, también sus desventajas. Por ejemplo, los libros tienen al agua como uno de sus enemigos, el fuego también los vuelve polvito). Pero, cuando asomó la pandemia me quedé en casa y dejé de ir a la librería Lalilu (que, por cierto, acaba de cumplir, felizmente, su séptimo aniversario), a la librería Porrúa y a mi amada y nostálgica Proveedora Cultural; así que revisé mi librero y comencé a releer, porque la lectura es parte de mi diario alimento, al lado de la fruta y de la verdura, siempre tengo un plato con lecturas. La relectura es tan agradable como el recalentado de la comida. Los comelones y tragones saben que un platillo recalentado al día siguiente toma un sabor especial, exquisito; bueno, con muchos libros sucede lo mismo. Comencé a disfrutar la relectura con mis autores favoritos, pero, ¿qué hacés cuando mi querido y admirado Juan Carlos Gómez Aranda comenta en redes sociales que el mejor libro que leyó en el 2021 fue “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo? Dije que no acudo a librerías y que le tengo cierto tiquismiquis a andar manoseando objetos que llegan de fuera. ¿Entonces? Ah, no te preocupés Alejandro Benito Molinari Torres, podés comprar el libro electrónico. ¡Por supuesto! Lo hice y ahora disfruto este libro genial, así como he disfutado muchos más. Sin salir de casa entro al Internet y solicito el libro electrónico y, ¡oh, maravilla!, en menos de un minuto lo tengo en mi computadora y puedo comenzar a leerlo de inmediato. Claro, este tipo de libros, como aquéllos, tiene ventajas y desventajas. Tampoco las enumeraré porque son muchas. Ante los tiempos adversos hago lo mismo que los universitarios, llevo un sistema “híbrido” de lectura, releo los libros que tengo en el estante y leo las novedades, como el genial libro que sugirió Juan Carlos.
¿Por qué digo esto si comencé hablando del testimonio de don Romeo Torres Ventura? Porque dije que cuando lo presentamos se agotó el cuaderno, fue un éxito, mucha gente (y no exagero) se quedó con ganas de adquirirlo, para leer lo que don Romeo nos había confiado, ahí está gran parte de su vida, llena de anécdotas, que son parte de la historia de la radiofonía comiteca, parte de la historia del pueblo, de nuestra identidad.
En ese tiempo hicimos cuadernos impresos en papel, se agotaron. Ahora, la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar desea honrar la memoria de don Romeo y pondrá a disposición de todo el mundo (literal) una versión electrónica para que cualquier lector interesado pueda “bajarla”, en forma gratuita, y disfrutar ese testimonio. Estamos seguros que los lectores escucharán la voz de don Romeo, como si la estuvieran escuchando en el aparato radiorreceptor, o como si estuviera sentado en una banca del parque central o en un sofá en una sala de casa.
Don Romeo nos regaló parte de sus pensamientos y recuerdos, que, insisto, forman parte importante de la historia local.
Vos sabés que nosotros, como muchas otras personas, estamos convencidos que cada vida es digna de rescatarse. Gracias a que don Romeo nos transmitió sus memorias y que, en la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, nos dimos a la tarea de recibirlas con emoción y transcribirlas, ahora, años después que don Romeo falleció acá lo tenemos de vuelta, con su genio y su figura.
En los años sesenta y setenta, la radio XEUI era muy escuchada en Comitán y toda la región. La XEUI fue la primera radio comercial de esta ciudad. En esa emisora, don Romeo se convirtió en una voz muy escuchada, como las de todos sus compañeros de generación. Pocos saben cómo fueron los inicios de este maravilloso locutor. Copio un fragmento de sus vivencias y lo comparto con vos, para que mirés qué bonitas historias contiene este cuaderno universitario que podrás disfrutar a partir del 5 de febrero en las redes sociales. ¿Por qué lo compartiremos ese día? Ah, porque ese día, el Colegio Mariano N. Ruiz celebra su cumpleaños. El 5 de febrero de 1950, la Escuela del padre, comenzó a servir a la sociedad. En este 2022 cumplimos setenta y dos años de vida fructífera.
Paso copia de ese fragmento, mirá lo que contó:
“En la oficina de Telégrafos estuve a la fuerza. Obedecí, aun en contra de mi voluntad y de mi deseo. Mi hermano me decía que a la locución no le veía futuro y a mí tampoco. Pero la locución me perseguía porque Celso Pinto López y Jorge Saborío anunciaban en unos carritos de 8 cilindros que pasaban todos los días frente a Telégrafos. Yo escuchaba la voz de Jorge anunciando la cartelera del Cine Comitán y del Cine Montebello, y la voz de Celso anunciando a la “Joyería Escobar”, la “Casa Yannini”, “La Proveedora Cultural” o los “Almacenes San José”. Mientras yo oía esas voces que me asombraban, trabajaba en la clave Morse, con desagrado. Una vez no pude más y cuando pasó el carro salí y a la altura de donde estaba la casa de don Cicerón Trujillo lo paré y le dije a Jorge Saborío: “Oiga, déjeme echarle la mano”. El equipo que usaba era Radson. “¿Sabes hablar inglés?”, me preguntó, yo le dije que no. “¿Sabes cómo voy hablando?”. Permítame anunciar las películas mexicanas. “Ah, bueno, ahora me estás diciendo qué vas a anunciar tú y qué voy a anunciar yo”. En ese momento, Jorge García Alfaro, que era el chofer me llamó y me dijo que le hablara por su nombre: “Se llama Jorge”, me dijo. Mire, don Jorge, deme chance. “¡Ni ahorita, ni nunca!”, me dijo. Entré casi llorando a Telégrafos, a seguir con lo del punto y raya. Nadie echó de ver que salí. Pero no me di por vencido. Otro día esperé que pasara don Celso, porque él se miraba más buena gente. Don Celso anunciaba en un taxi cuyo chofer era don Higinio Torija. Esperé en el mismo lugar y cuando oí la voz de don Celso: “Telas de la mejor calidad, para caballeros y niños…”, lo paré y le dije: Deme usted chance de leer anuncios. Don Celso llevaba una novela policiaca. Le dije: Mientras usted lee su novela, tranquilamente, yo leo los anuncios. Me probó y don Higinio dijo: “Tú naciste para esto”. Y así fue como don Celso me dejó que yo lo ayudara a leer anuncios. Los taxis de esos tiempos eran carros con asientos enormes. Don Celso, en la parte de atrás, cómodamente, iba leyendo su novela en toda la ciudad”.
Posdata: mirás qué prodigio. Don Romeo sentía una gran pasión por el micrófono. Hizo todo lo que estuvo en sus manos para conseguir su sueño: ser locutor. Llegó a ser una de las voces más queridas de este pueblo. Él pensó en los niños y tuvo un programa infantil. En la televisión comercial de la Ciudad de México era famoso el Tío Gamboín, así, acá en Comitán tuvimos a nuestro Tío Romeín. El 5 de febrero, primero Dios, quien lo desee podrá “bajar” el cuaderno electrónico, en forma gratuita. Así, el Colegio Mariano N. Ruiz celebra su cumpleaños. Lo hacemos como siempre, sirviendo a la sociedad.