jueves, 17 de marzo de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN MUNDO COMPLICADO

Querida Mariana: ¡llegaron las anheladas placas del auto! Quien hizo favor de realizar el canje agregó cuatro tornillitos, con rondanas y tuercas. Me encariñé con las placas de los aros multicolores, pero los agentes de tránsito me dijeron que si no las cambiaba, ¡para la otra!, y ya sabemos lo que significa eso de para la otra. Sin placas está prohibido circular, por eso, cada mañana, lo primero que hago es ponerme las placas dentales. Así que luego de ponerme las placas dentales me dispuse a colocar las placas al auto. Hubo un tiempo que las placas traían la leyenda: “delantera” y “trasera”. Esto ayudaba mucho para el sostenimiento de la agrupación de vialidad, porque aunque ambas eran exactamente iguales no faltaba el oficial que levantaba infracción con la siguiente leyenda: “se detectó que la delantera lo tenía en la parte trasera”, y esto era comprensible en lenguaje de ellos, pero cualquier lector ajeno al argot policial podría afirmar que estaba bien levantada la infracción, dos años de cárcel deberían darle, perverso, por eso el mundo está como está, claro, la delantera en la parte trasera, Dios libre al mundo del pecado. Estas placas nuevas no tienen la leyenda, así que el propietario del vehículo está en libertad de colocar la placa donde se le antoje. ¡No! Escribí mal. Las placas deben ir en el lugar que el fabricante del auto determinó, que sin duda cumple con las normas internacionales de instalación de placas vehiculares. Así que, por primera vez en mi vida, me dispuse a colocar las placas, una en la parte delantera y la otra en la trasera del vehículo. Siempre, durante años, cuando tuve necesidad de hacer tal operación, pedí favor a un amigo práctico, porque, lo sabés, querida mía, para cosas prácticas de la vida soy lo que mi abuela Esperanza decía del caballo que se dormía en plena cabalgata: ¡penco! Lo primero que hice fue buscar en el Internet para qué servían las arandelas. Cuando entendí la función busqué los hoyitos donde iba a meter el tornillo. Perdón, no encuentro otros términos para explicar el proceso. Vuelve a sonar un poco alburero. Pero el tornillo está hecho para meterse adentro de un hoyito, así que cuando detecté los dos hoyitos traseros vi que debía abrir la cajuela. La placa la colocaría en la parte de afuera (así me lo tuve que explicar), la detendría mientras metía los dos tornillitos con su correspondiente arandela y luego, en la parte interior, buscaría la punta del tornillo, colocaría otra arandela, la tuerca y con una llave (no tenía la llave justa, tenía una pinza a la mano) enroscaría bien. ¡Perfecto! Operación sencilla. En la preparatoria resolví operaciones de álgebra un poco más complejas. Abrí la cajuela y realicé el primer paso: hoyitos de placa coincidiendo con hoyitos de auto; tornillos con arandela introduciéndose en hoyitos de placa y hoyitos de auto. Genial. Continué con el paso dos y de ahí no pasé. Hallé que en la parte interior del auto (tsurito, modelo 2000) existe una maraña de fierros que hacen imposible que entre una mano normal para hacer tal operación. Me rendí a medias, porque pensé que si en la trasera no se podía, sí en la delantera. Hay mujeres que entenderán esta lectura. Un segundo después; es decir, el tiempo que me llevó ir de la trasera a la delantera me rendí por completo. No hallé cómo meter la mano en la parte trasera de la delantera. ¡Dios mío! ¿Cómo le hacen los millones de automovilistas para colocar las placas del carro? Del total de autos del mundo un porcentaje reducido circula sin placas, bien porque se creen influyentes, sin saber que son conductores que no respetan la ley; o bien porque extraviaron las placas. En este momento detuve la máquina de mi pensamiento. Sonreí. ¡Sí! El mundo se cree muy listo y a mí me tacha de inútil, cuando no se da cuenta que si las placas se caen del auto es porque el sistema de fijación de las placas no es el adecuado. ¿Existe contubernio entre los fabricantes de autos, placas y los agentes de tránsito? ¡Sin duda! Todo es tan perverso. Miles y miles de placas de autos se caen todos los días. ¡Esto es una verdadera conjura! Si la colocación de placas fuera un proceso seguro y sencillo (como debería ser), las placas no se caerían. ¡Se caen! Qué estupidez. Quiere decir que a pesar de que los propietarios colocaron sus placas no lo hicieron bien, y por qué no lo hicieron bien, porque es imposible hacerlo bien. ¡Todo es una gran perversión! Matilde me dijo un día que las placas deberían soldarse, para evitar que caigan. Alfonso dijo que no era posible, porque cada cierto tiempo al gobierno determina cambio de placas, para recaudar dinero y hay que dar en canje las placas anteriores. Sí, aceptó Matilde, es una pena dijo, porque lo de la soldada era buena idea. Cada que hubiera un nuevo par de placas se encimarían, llegaría el momento que servirían como parachoques de tan gruesas, de tumbaburros, en la parte delantera, y de defensa en la parte posterior. Me rendí. Por tiempo de pandemia no puedo acudir, como siempre, al amigo práctico. Así que las coloqué en el interior del auto, una sobre el tablero en el cristal delantero (del lado del copiloto, para que el reflejo del sol no dañe mi visión) y otra en el tablero del cristal trasero. Sé que el oficial que me detenga insistirá en multarme, aunque no infrinja ley alguna, pero (se entiende) esto evitará que el agente pueda quitar la placa por alguna infracción nunca bien comprendida. Soy un inútil para cosas prácticas, porque el mundo se caracteriza por hacer complejo lo sencillo. ¡Qué bobos! Polo Borrás diría: que con su pan se lo coman.