martes, 22 de marzo de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DEL COMITÁN QUE CONTÓ DOÑA LOLITA (primera parte)

Querida Mariana: doña Lolita Albores falleció en 2006, ella (todo mundo de acá lo reconoce) fue una destacada cronista de nuestro pueblo. Su mirada atenta permitió que nos dejara el testimonio de un Comitán que sólo existe en el recuerdo. Doña Lolita escribió su libro “Así te recuerdo Comitán”, ¿mirás su honestidad? Es el recuerdo que ella tenía, su mirada. En un libro electrónico que publicó la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, que es recopilación de crónicas aparecidas en el Boletín Imaginarte, escribió una crónica que tituló “Así es Comitán”, publicada en octubre de 2002 y que fue una de las últimas crónicas que escribió, antes de enfermarse. Me gustaría compartir con vos parte de esa crónica, pues es muy puntual en la descripción de la vida cotidiana de mediados del siglo XX. ¿Cómo se ha transformado Comitán en el periodo de setenta años? ¡Enormidades! Mirá, doña Lolita dice lo siguiente: “Hasta el año de 1948 Comitán era una ciudad llena de tradiciones, con costumbres religiosas muy arraigadas, tranquilo por las noches”. Ella habla de un tiempo en que la comunicación con las demás ciudades era complicada. Comitán estaba como en una cápsula donde el contacto con el exterior era difícil y la convivencia era entre los habitantes de acá. Doña Lolita colocó tres elementos en el tapete: las tradiciones, el arraigo de las costumbres religiosas y la tranquilidad del pueblo. ¿Cómo andamos en esas vainas en la segunda década del siglo XXI? ¿Tradiciones? Muchas se mantienen, pero con modificaciones. Si pensamos, por ejemplo, en la “tradicional” entrada de flores en honor a San Caralampio que se hace cada diez de febrero (con excepción del año 2021, por la pandemia) vemos que el rito continúa, pero con agregados que modifican la esencia. Muchas personas establecen que existe una confusión: por la cercanía de la fecha en que se celebran los carnavales en el mundo, dicen que muchos compas han convertido en acto pagano algo que era eminentemente sagrado. Las comparsas donde los hombres se vestían de mujeres y la presencia de diablitos tenía una justificación religiosa. ¿Qué justifica que hombres vestidos de mujeres, bolos, se diviertan jalando a personas de la audiencia para tirarlos a mitad de la calle y pasar sobre ellos haciendo movimientos sicalípticos? El diccionario dice que la palabra sicalíptico es sinónimo de deshonesto. Bueno, acá no juzgamos, sólo consignamos; es decir, si doña Lolita dijo que el Comitán de 1948 era una ciudad llena de tradiciones, podemos decir que el Comitán de 2022 sigue conservando esas tradiciones, pero con modificaciones. Los comitecos hemos tenido la capacidad de resguardar la identidad, pero no logramos mantenerlas pulcras y ahora las tenemos con agregados que, por supuesto, siguen teniendo el sello del carácter del comiteco, pero alejado de la luz original. ¿Y el arraigo de las costumbres religiosas que prevalecía en 1948? Bueno, vos mirás que este tema está relacionado con lo comentado líneas arriba. El Comitán de 1948 era católico, en su mayoría. El Comitán de 2022 muestra una tendencia a la disminución de los fieles católicos y la proliferación de otras religiones (fenómeno nacional). Ahora hay muchos templos diseminados en la ciudad. En la calle menos pensada hallás a mitad de la cuadra un templo al que acuden los fieles de otras religiones. No tienen la relevancia de los templos católicos que fueron construidos, durante muchos años, para servir a los propósitos de la tradición. ¡No! Los templos que ahora están diseminados en toda la ciudad son edificaciones que fueron construidas para otros fines. Basta decir que el salón del Club de Leones que fue el espacio donde se reunían los Leones y sirvió para bailes de antología donde más de diez salimos bolos de contentos por tanta alegría y tanto traguito ahora es un templo de una religión no católica. Los gritos de los eufóricos muchachos, los sonidos de la marimba y de los pasos de las parejas bailadoras se convirtieron en cantos de alabanza. El arraigo religioso continúa con muchas variantes, inimaginables en el Comitán de 1948. ¿Y qué ha sucedido con la tranquilidad de las noches? La respuesta es obvia. El censo poblacional de 1950 indica que Comitán tenía 23 mil habitantes; y el de 2020 tiene la cifra de ciento sesenta y seis mil personas, más los chiquitíos que han nacido en este tiempo de confinamiento. Ya mirás que los comitecos son bien arrechos. El aumento poblacional ha hecho que la tranquilidad de antaño ya no sea la misma. La placidez de las noches comitecas de 1948 eran interrumpidas por el ocasional grito de un bolo y por los maravillosos sonidos de una marimba dando serenata. Ahora no es así, las serenatas con marimba están a punto de extinguirse, ahora se escuchan arrancones, aullidos de ambulancias, ruido de cohetes que pueden confundirse con balazos y viceversa. Posdata: ya no existe el Comitán tranquilo de 1948, pero ahí siguen los tres elementos. Aún existe la magia que lo hace inigualable. Estos tiempos son definitivos para evitar que se vayan en caída libre los valores que nos distinguen, el carácter que nos hace diferentes: pueblo de gente de bien.