martes, 29 de marzo de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA QUE CON UN LIBRO ¡SÍ LA LIBRO!

Querida Mariana: vos conocés a Santiago, él es un gran lector. Siempre que nos encontramos (bueno, antes de la pandemia) me abraza y dice, en tono afectuoso, con juego de palabras: “¿Con cuántos libros la libras?” Mi respuesta es siempre la misma: ¿Cuántas libras de libros querés? Es un jueguito sencillo, pero a mí me encanta, porque alude al libro y a la exquisita posibilidad del vuelo de la palabra. ¿Con cuántos libros la libro? ¿Qué libro? ¿La vida? ¿El machacoso tedio? Sé que para librarla necesito libras y libras infinitas de libros. No alcanzan todas las bibliotecas del mundo, aun cuando esto suene pedante e irrisorio, porque nadie en la vida llega a leer todos los libros que deseara, la vida no alcanza, el tiempo es limitado, las bibliotecas son infinitas. A ver, vos ¿cuántos libros has leído en tu joven vida? A veces, por ahí, asoma un amigo que pregunta cuántos libros he leído. ¿Qué responder? No conozco a un lector que lleve un registro preciso, exacto, del número de libros leídos en el curso de la vida. ¡Imposible! Hay muchos lectores profesionales que alcanzan a leer uno o dos libros al día. Sí. Se antoja imposible, pero hay lectores que hacen posible ese prodigio. Hablamos entonces de lectores que alcanzan a leer más de quinientos libros en el año. ¡Buen número! Los lectores profesionales siempre fueron voraces lectores en su infancia. Sus papás y demás familiares siempre les obsequiaban libros. Puedo equivocarme, pero nunca he sabido de un niño que haya leído quinientos libros en un año. ¡No! Todos los lectores se acercaron a la magia de la literatura a través de las lecturas que hacían sus mamás, al amparo de una lámpara de buró, a la hora que se acostaban en la cama. Hagamos un juego de imaginación: imaginemos al lector profesional que tiene ochenta años. Si hacemos caso al supuesto de quinientos libros leídos en un año y, exagerando, decimos que comenzó a leer a ese ritmo cuando tenía diez años, tenemos setenta gloriosos años de genial lectura. Setenta por quinientos da: 35 mil libros. ¡Treinta y cinco mil libros durante toda una vida! El otro día entré a bobear al Internet y hallé una relación de títulos publicados durante un año en diversos países del mundo. Busqué España porque es uno de los referentes editoriales de Hispanoamérica. ¿Sabés cuántos títulos nuevos publicó España en 2011? 44,000, ¿cuarenta y cuatro mil? ¡Pucha! En un año, este país publicó más nuevos libros del total de libros que un lector profesional puede leer en su vida. Santiago pregunta que con cuántos libros la libro. ¿Qué digo? Digo que con muchas libras de libros, ¡muchas! ¿Cuántas? Las más posibles, reconociendo que todo es insuficiente. Acá sí entra ese tema de que la oferta supera a la demanda, no porque la demanda sea poca, sino que esta demanda entra en el terreno de la imposibilidad. ¿Sabés cuántos libros hay en la Biblioteca Universitaria Capilla Alfonsina, de la Universidad de Nuevo León? Su página dice que tiene más de 137 mil títulos. ¡Pucha! Este recinto honra a don Alfonso Reyes, que, dicen sus biógrafos, fue un voraz lector desde niño, voraz e inteligente, inteligentísimo. Es decir, basta entrar a la Capilla Alfonsina para saciar la sed del lector profesional. Al término de su vida le habrán quedado más o menos cien mil libros pendientes, más los miles que se acumulen en el trayecto de los años. ¿Con cuántos libros la libramos? Con los libros que alcanzamos, los que están al alcance de la mano. Rosaura dice que apuesta mil millones de dólares a que todos los lectores del mundo tienen libros en sus bibliotecas personales que jamás han leído. ¿Ganaría? No lo sé. Lo que pienso es que ella no tiene la cantidad que respalde su apuesta. Pienso que alguien puede tener una biblioteca modesta, digamos de cien títulos. ¿Tiene libros sin leer? ¡No apostaría! Pienso que Rosaura se refiere a esos personajes que tienen bibliotecas con miles y miles de ejemplares. Posdata: ¿cuántos libros has leído en tu vida? Vos sos una gran lectora, desde siempre, pero no alcanzás a leer uno o dos libros al día. ¡No! Nuestras cuotas son más modestas; es decir, leemos menos de quinientos títulos al año. ¡No! No alcanza la vida para leer todo lo que uno quiera, para viajar a mil países, para beber doscientos mil cielos. La vida no alcanza. La vida es infinita pero nuestro tiempo es limitado.