viernes, 8 de julio de 2022

CARTA A MARIANA, CON FRASES

Querida Mariana: repetimos frases célebres. Pensamos que son como brújulas. A cada rato nos topamos con esta frase de Frida Kahlo: “Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?”. ¡Nadita, es una frase afortunada! Otra que he visto, pero que no gusta a todos, sobre todo a todas, es de la madre Teresa de Calcuta: “Ama hasta que te duela, si te duele ¡es buena señal!” ¿Será? Muchas chicas dicen que no, que el amor no debe provocar dolor. Y lo dicen así, rimadito, como para que esta frase también se vuelva famosa. A ver, va otra frase, que no es de la madre Teresa, ¡no! “¿Qué puede importar una palabra ante los oídos del que todo lo sabe?” ¿Qué te parece? Es una frase que motiva a la reflexión, ¿no? ¿Y sabés qué? Fue dicha por una prostituta. Bueno, en realidad fue dicha por una actriz en el papel de una prostituta, pero a mí se me hizo una genialidad; es decir, no sólo debemos reconocer las frases de las mujeres más famosas. En el pueblo tenemos la frase de Josefina García, quien, el día de la declaración de Independencia en Comitán, manifestó: "Si usted, padre Córdova, nos autoriza, podemos nosotras las mujeres hacer un trato con los caballeros aquí presentes, que ellos se queden cuidando de las casas y de los niños, mientras nosotras nos marchamos a la frontera en caso de que Guatemala no nos secunde". La frase la tomé de la página Comitán de las Flores. Pero también tenemos la frase de doña Toña: “Yo no soy tsizim, pendejo, dejá de jurgar mi hoyo”. La prostituta dijo la frase maravillosa en la película mexicana “El jardín de tía Isabel”, que hemos comentado en ocasiones anteriores porque en ella participó el comiteco Javier Esponda, que en los años setenta era un niño bien bonito. El guionista puso en labios de una mujer común una frase maravillosa. La mayoría de prostitutas hace declaraciones menores. Ya te conté que una tarde, en el barrio de La Pila, en la zona donde la tía Maty era la mera mera, una prostituta, chaparrita, morena, cuando alguien le preguntó qué hacía dijo: “Acá, bajando calzón para tus compadres”. Frase que describió con precisión lo que hacía, pero que no pasará al muro de las frases célebres. ¿Recordás el contraste que contaba el maestro en el aula? Una persona preguntó a un albañil qué hacía, y él, como la prostituta de tía Maty, respondió “Pego ladrillos”, pasos más adelante la persona preguntó a otro albañil y éste respondió: “Construyo un edificio”. ¡La gran pucha! Juego con un afecto, cuando se avienta una frasecita tipo Octavio Paz le digo: “Grábese en el Muro del Congreso, con letras de oro”. En realidad, en el Muro del Congreso lo que tiene mayor presencia son nombres de personajes célebres. En el vestíbulo aparece la famosa frase de Benito Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Esta frase le hace a Putin lo que el viento al citado Juárez. Repetimos frases célebres, son como hilos de Ariadna, que ayudan a salir del laberinto. El cine nos ha regalado muchas, que son maravillosas. Ya comenté la de la prostituta de “El jardín de tía Isabel”. Recuerdo una tarde en el Cine Comitán, estreno de una película mexicana dirigida por el gran Indio Fernández, en el interior de una cabaña, en un pueblo costeño, hay una pareja, hombre y mujer, ella le dice una de las frases más sorprendentes: “Yo soy yo y tú eres tú”. Posdata: mi admirado Woody Allen se ha aventado frases simpáticas. No sé qué pensés de esta que dice: “el 90% del éxito se basa simplemente en insistir” y otra en la misma tónica: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”. Ah, pues Woody, más seriedad. Dice que no conoce la clave del éxito, pero luego se contradice al decir que el éxito es sinónimo de insistencia. A mí me gusta buscar frases célebres en el Internet, son huellas de las personalidades. Digo que el cine ha incorporado en nuestra mente muchas frases inolvidables. ¿Quién no ha usado la famosa frase que dijo Schwarzenegger? “¡Hasta la vista, baby!”. De todas las acá anotadas, me quedo con la frase de la prostituta, lo dice cuando está tirada en una playa, a punto de morir: “¿Qué puede importar una palabra ante los oídos del que todo lo sabe?”