jueves, 14 de julio de 2022
CARTA A MARIANA, CON UN TEMPLO
Querida Mariana: la escritora Ethel Beutelspacher dijo en una ocasión que nos enamoramos de quien está a la mano, en el entorno cercano. Tal vez con los creyentes sucede algo similar con respecto a los templos, los templos que están cerca del barrio se convierten en sus lugares amados.
En estos tiempos virtuales veo que hay ligeras y amplias diferencias. Hay casos en la historia del mundo donde una chica comiteca se enamora de un chico danés, se hacen novios en la virtualidad y uno de los dos viaja para conocerse en forma presencial.
Antes de la pandemia, mi mamá acudía al templo; cada domingo iba al templo de Santo Domingo, a misa de doce. Cuando la pandemia asomó, mi mamá dejó de ir y se habituó a ver y escuchar la misa por televisión. En su caso el Espíritu Santo la tocó, porque antes iba una vez a la semana, en esta temporada, religiosamente, se sienta frente a la televisión, todas las tardes, de lunes a domingo.
¿Por qué acudía al templo de Santo Domingo si la casa está a dos cuadras del templo de Guadalupe y hay misa todos los domingos? Pienso que fue tocada a su llegada a Comitán. La casa estaba a media cuadra del parque central, así que aplicó la teoría de Ethel y se enamoró de ese maravilloso templo. Pero tampoco exageró, porque por espacio de seis meses más o menos, vivimos en una casa al lado de la primaria del Colegio Mariano N. Ruiz y el templo de San Sebastián fue el sitio que la acogió.
Una vez me contaste que tu abuelo era asiduo visitante del templo de San Caralampio, con regularidad bajaba de su auto y pasaba a persignarse frente a la imagen de Tata Lampo. Creció en el barrio de La Pila, se habituó a agradecer y hacer sus peticiones en ese templo que, es uno de los más simbólicos del pueblo, porque es la casa favorita de los tojolabales. El templo más cercano a la zona tojolabal es precisamente el de San Caralampio.
Igual que a vos, a mí me encanta ir a templos en horas que hay ausencia de fieles. Claro, una experiencia sensacional es cuando todo está vacío, vos estás sentado en una de las bancas y entra otra persona. Se impone cerrar los ojos y escuchar atentamente, los pasos retumban en la nave del templo, provocan un sonido rotundo que asciende y rebota. Lo mismo sucede con los rezos de las personas de culturas indígenas. Nunca he visto que un mestizo ore en voz alta cuando está solo. ¡Jamás! Los mestizos oramos en voz baja, salvo cuando estamos en comunidad y la participación en misa o en el rosario exige el canto coral. En cambio, los indígenas hacen sus peticiones y agradecimientos en voz alta. Las voces son pájaros, vuelan, abren sus alas y se potencian. Los fieles indígenas casi ven cómo suben sus palabras, cómo tocan las nubes donde descansa la divinidad. Los fieles mestizos ni se escuchan ni ven el vuelo de sus palabras, no saben si vuelan libres o se topetean en alguna columna. Diría Pedro: “es el costumbre”.
Cuando alguien pregunta sobre el santo consentido en el pueblo, la respuesta casi inmediata es: San Caralampio. Pero, ante la pregunta sobre el templo más querido, el titubeo asoma. Muchos comitecos de inmediato responden: San José; pero otros, aparte de los del barrio de Yalchivol, prefieren el templo de la Virgen del Rosario. El atrio del templo es amplio, luminoso, está en un altito soberbio, donde el aire es como beso de colibrí. Otras personas, aparte de los del barrio, están enamoradas del templo de Jesusito, un templo pequeño, íntimo, cálido. El piso de madera es una obra sublime. El templo de la Cruz Grande es especial, porque, ya lo dijo la poeta María del Rosario Bonifaz Alfonzo, los del barrio se dieron cuenta que el altar quería estar “volteadito”, lo colocaron en un esquinero y esto permitió que los fieles tuvieran una mejor visión.
Crecí yendo al templo de Santo Domingo, fui acólito, subí a la torre para tocar las campanas, por esto es mi consentido. Todo mundo en Comitán pasa por el centro, el templo nos queda de pasadita, es tan sencillo desviar tantito los pasos y entrar al templo que está dedicado al santo patrono de Comitán, la primera edificación religiosa del pueblo. Los dominicos nos legaron un templo grande, sin la riqueza de retablos que existe en otros pueblos coloniales, pero con una amplitud que honra la grandeza de Comitán.
Posdata: sé que hay para todos los gustos. La cercanía de los vecinos de la colonia Miguel Alemán dirá que el mejor templo es el de Asunción de María, que tiene su fiesta un tiempito después de la de Santo Domingo. ¿Y qué me decís del Calvario o del templo de Santa Cecilia? Tuve cercanía con el templo de San Agustín porque mi papá intervino para que el sueño de su construcción fuera una realidad, en la fachada, los vecinos consignaron en una placa los nombres de las personas que contribuyeron a su edificación, cada vez que paso por ahí me lleno de orgullo al ver el nombre de mi papá: Augusto Molinari.