jueves, 7 de julio de 2022

CARTA A MARIANA, CON NOMBRES

Querida Mariana: respondemos a nuestros nombres. Joaquín López Dóriga, al inicio de su noticiario, revisa el santoral y felicita a las personas que llevan esos nombres. Dijo que el 2 de julio, entre otros, era santo de Proceso. Comentó que nunca ha conocido a alguien que se llame así. ¿Vos conocés a alguna persona con ese nombre? Si en lugar de ponerme Alejandro Benito mis papás me hubieran puesto este nombre diría: me llamo Proceso Molinari Torres, y de cariño me dicen Pro. De ahí saldrían mis apodos y las burlas. El Molinari tuvo suerte, estuvo así de llamarse Próculo, él iba a ser Pro y su hermano lo que sigue. Muchos han estado sometidos a proceso, pero, por supuesto, no es motivo de festejo. Tal vez la revista que así se llama festeja su día. En Comitán, como en muchas ciudades de Hispanoamérica, era costumbre revisar el santoral para elegir el nombre de los recién nacidos. Hoy ya no es así, ahora, porque da más caché, los papás revisan los “santorales” de artistas famosos. Si hay Madonas no es por honrar a alguna virgen, ¡no!, es para estar a la altura de la cantante. Tía Inocencia (sí, el día de su nacimiento el santoral consignaba el nombre de Santa Inocencia) decía que el mundo estaba de cabeza porque ahora los nombres de los muchachos nada tenían que ver con los nombres de santos o vírgenes; ella juraba que ninguna niña de la sobrinada tenía nombre de virgen, una se llama Thalía, la otra Rubí, una más Selena y la más pichita Janet (así con jota), porque el papá es fanático de los cantantes de apellido Jackson. En algún momento se acabó la inocencia, decía ella, y llegó la malicia. ¿Hubo un San Próculo? Sí. Es un nombre que “se presta” al albur, porque en nuestro país cuando alguien dice que se llama Próculo no falta el que, de inmediato, comenta: “¡dame! tu apellido paterno”. En México digo, porque en Europa, en el siglo XV, el enormísimo artista Miguel Ángel realizó la escultura en mármol de San Próculo. Pucha, ¡nadita! Respondemos a nuestros nombres. Llevo sesenta y cinco años respondiendo al nombre de Alejandro o al de Benito o los dos nombres unidos: Alejandro Benito. ¿Mirás lo que digo? No tengo memoria de los primeros meses de vida, pero estoy seguro que desde entonces comencé a responder cuando alguien mencionaba mi nombre, tal vez en diminutivo: Álex. Bueno, con decirte que he visto, vos también, que los animalitos responden a sus nombres. En casa ahora nos acompaña la Pigosa, le decimos Pigo. Cuando mi mamá menciona su nombre, ella puede estar recostada en un sofá y de inmediato levanta la cabecita. Ella sabe que se llama así. Una chuchita, pucha. Los animalitos no discuten sus nombres, no repelan, como sí lo hacen muchos humanos. Si alguien en un zoológico bautizara con el nombre de Proceso a un elefante, el animal respondería al nombre. Los seres vivos respondemos a los nombres, son los seres humanos quienes imponen los nombres. Alguien, si se le antoja, puede bautizar a una piedrita que tenga en la mesa de centro de la sala. “Mirá, se llama Lucinda, en honor a mi mamá que me la regaló cuando yo era niña y fuimos de paseo a Montebello”. Por supuesto, la piedrita no responderá al nombre, seguirá petrificada por los siglos de los siglos. De ahí colijo que quienes no responden a su nombre son como piedras. Todo lo que no es piedra responde, responde con vida. Dicen los que saben que las flores responden a quienes las cuidan. Por ahí la señora que mima a la flor y le dice “bonita” mira que la flor crece más bella. ¿Qué sucede con la persona que se cambia el nombre porque no le gustó el que le impusieron? Durante años, bien o mal, respondió al nombre que tenía y de pronto lo abandona, debe acostumbrarse a responder a otro nombre, como víbora cambiando de piel. Posdata: respondemos a los nombres. Mi amigo terminó por acostumbrarse, sus papás, para honrar al hijo de Dios, lo bautizaron con el nombre de Jesús, pero muy pronto dejaron de llamarlo así, lo llamaron Chucho y luego Chuchito y él se confundió porque, se sabe, en Comitán a los perritos les decimos chuchitos.