viernes, 29 de julio de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA HISTORIA

Querida Mariana: platiqué con mi amiga María Auxilio Ballinas, excelsa fotógrafa chiapaneca, quien radica en Tuxtla Gutiérrez. Ella compartió muchos recuerdos. Todo fue muy emotivo, pero llamó mi atención el siguiente hecho: ella nació en La Concordia, lugar que quedó inundado, para siempre, cuando llenaron el vaso de la presa Chicoasén. La artista dice que nació en un lugar que ya no existe. ¿Qué sucede en la mente cuando mirás que un espacio que habitaste ha desaparecido? María Auxilio ha construido el lugar donde nació con dos elementos fundamentales: fotografías antiguas y relatos maternos. Ha hecho un edificio imaginario para dar sostén a su infancia. Vos y yo nacimos en Comitán, este pueblo es infinito, por fortuna. Nosotros, que seguimos viviendo acá, lo tenemos al alcance de la mano, de nuestro cuerpo, espíritu y memoria. A finales de los años setenta, una manzana que estaba frente al parque central de Comitán fue derruida. Esta manzana ya no existe. Para traerla al imaginario colectivo hacemos lo mismo que hizo María Auxilio, nos auxiliamos con relatos de mayores y con fotografías antiguas. Los historiadores comitecos hacen el recuento de los locales comerciales y de las residencias existentes (muchos espacios de esa manzana eran dedicados al comercio. La gente de entonces recuerda al restaurante Nevelandia, donde tomaban café, un helado o entraban a jugar billar al fondo del local; o la Proveedora Cultural, donde compraban libros, cuadernos y las famosas revistas de monitos: Tarzán, Tawa, Memín Pingüín, Los súper sabios, Lágrimas y Risas, Hermelinda Linda, Chanoc y muchas más). Los de mi generación sacan algunas fotografías que existen de ese espacio y recuerdan los instantes vividos. No tenemos más que fotografías y testimonios de personas que vivieron ese espacio. Es poco, pero ¡es mucho! Lo que María Auxilio hace ahora es parte de esa empresa intelectual, con destreza toma fotografías sensacionales de objetos, sitios y rostros de personas para documentar la historia, sabe que la vida tiene la fragilidad del pueblo donde nació, en cualquier momento se inunda, se quiebra, se fractura. Su maravilloso oficio apuesta porque debajo de los ladrillos del edificio colapsado quede, en medio del polvo, una fotografía que recuerde que ahí algo existió. Su mamá le contó cómo era el pueblo de su nacencia, María Auxilio dice que su mamá, como el abuelo de Gabriel García Márquez, fue una gran narradora, ella, con su memoria prodigiosa y su capacidad innata de contar le dio elementos para que la hija completara huecos. Un día le contó que ella y su esposo fueron compadres de don Raúl Castellanos, medio hermano de Rosario Castellanos. Esta cercanía hizo que una mañana, la mamá de María Auxilio conociera a Rosario, la vio dar vueltas en la rotonda del parque, calzaba unos zapatos blancos, leía un libro que llevaba entre las manos, estaba rapada; había llegado para una consulta médica. ¿Mirás? La mamá de María Auxilio le dio una imagen donde apareció la gran escritora comiteca y María Auxilio, en el Platicatorio, nos compartió esa imagen maravillosa. Sí, sí. Ese recuerdo es del tiempo donde Rosario llegó a su rancho y se rapó totalmente. Rosario contó este suceso, lo que no dijo fue lo que la mamá de María Auxilio contó. Así es como se forma el rompecabezas de la identidad, de la historia de los pueblos. Lo que María Auxilio contó dio la pauta: los testimonios y las fotografías son piezas fundamentales para la identidad. Sin esos asideros nos vamos al vacío, ignoramos la historia, la vida. Lo que ella hace es un trabajo valioso. Todos los grandes fotógrafos de Chiapas alimentan nuestra cultura, nos otorgan personalidad, nos recuerdan la grandeza de nuestra estirpe. Posdata: estamos hechos de historias. Cada vez que los muchachos escuchan las historias que cuentan sus abuelos pepenan hilos que conforman el carácter único de los pueblos, por ahí asoman anécdotas y palabras auténticas. De eso estamos hechos. Mi mamá tuvo su tienda de estambres en una esquina de la manzana derruida, yo pasé muchas tardes en ese espacio. Como María Auxilio digo: estuve en un lugar que ya no existe. Pero no puedo quedarme sin ese espacio que me quitaron, ¡no!, por eso escucho con atención lo que cuentan los de mi generación y mayores y me veo las pocas fotografías que existen de ese espacio. Estuve en un lugar que ya no existe, pero, en parte, existo gracias a ese lugar. La memoria nos sirve para reconstruirnos. Los testimonios y fotografías son auxiliares inmensos de la memoria.