lunes, 5 de enero de 2009

El rostro más bello


Lety cumplió su sueño. Una tarde de 1973 firmó una dedicatoria a Cothy Soto y escribió: "...deseando que así como yo sueño ser una gran actriz de cine ella llegue a ser una gran cantante". El nombre completo de Lety es: María Leticia García Pinto, y su nombre artístico es: Leticia Pinto.
Tres años después, Lety actuó en la película: "Los Desarraigados" al lado del hijo de Pedro Infante, Rosa Gloria Chagoyán y de uno de los Almada. En 1978 actuó en "La banda del carro rojo".
Tal vez el problema de los sueños es que siempre les anteponemos adjetivos. Tal vez uno debe soñar simplemente en ser.
Lety fue mi compañera en la secundaria. Es simpático, a pesar de que nunca tuve un trato muy cercano con Lety recuerdo con gran intensidad el momento en que ella me dio el abrazo en la cena de despedida de la generación 68-71. La Coco Arredondo prestó su casa en el barrio de San Sebastián para la cena. La Coco no era nuestra compañera, imagino que algún compa le pidió la casa de patio generoso y ella accedió. A final de la cena todos nos dimos el abrazo de despedida. Con muchos nos seguimos viendo en la preparatoria, pero otros se fueron a lugares lejanos o dejaron de estudiar. Cuando Lety me abrazó me dijo: "No cambies ¡nunca!".
En 1972 hubo una conmoción en Comítán, llegó el equipo de producción de una fotonovela (en ese tiempo las fotonovelas eran muy leídas en toda la república). Al lado de actores más o menos conocidos de la ciudad de México actuaron actores del pueblo. Dentro de estos estuvo la Lety bonita. De ahí tal vez, o desde antes, debajo de un árbol de jocote en el restaurante que tenía su mamá en tierra caliente, Lety soñó en ser una "gran actriz de cine" (la foto que acompaña este textillo está tomada de una de las páginas de esa fotonovela).
En 1974, mis compas y yo, nos fuimos a la ciudad de México para estudiar la Universidad. Un día, Quique llegó con una revista y la abrió de par en par. En el poster central estaba Lety ¡totalmente encueradita! Le arrebaté la revista a Quique y la vi con emoción. La Lety de todos los calores de Comalapa estaba en nuestras manos (y saber en cuántas más de lúbricos chavos mexicanos). Así como recuerdo con intensidad su abrazo y palabras de despedida recuerdo cada parte de su cuerpo de escasos dieciocho o diecinueve años. Recuerdo que sus brazos tenían un vello fino como capa de césped suave. Le regresé la revista a Quique, saqué dinero de una gaveta del clóset de nuestra recámara en la casa de Tía Anita, en la colonia Roma y bajé los escalones de dos en dos para ir por "mi" revista. El poster central lo quité y lo pegué sobre la cabecera de mi cama (casi casi al lado de una estampita del Sagrado Corazón que mi mamá había metido adentro del veliz cuando dejé Comitán).
La Lety de todos los cielos y de todas las enramadas, no sólo estaba en nuestras manos y adentro de nuestras miradas, también estaba en las manos del Padre Carlos. Alguien me contó que un día el Padre Carlos (Director General de nuestra escuela secundaria) recibió un paquete por correo sin remitente (nada raro en aquel tiempo) y cuando lo abrió halló la revista donde apareció Lety encueradita y además una nota que decía: "¿Ya vio usted qué hacen sus alumnas?".
Así como Lety cumplió su sueño, Cothy también lo cumplió. Cothy vive en Comitán y tiene varios discos grabados con su voz.
El día que se estrenó una de las dos películas de Lety, Quique y yo fuimos al cine. Apenas las luces se apagaron y se iluminó la pantalla, vimos una playa y un mar que se deshacía sobre la arena, y vimos a Lety, encueradita de nuevo, corriendo como si fuera una gaviota, la gaviota más bella de todo ese territorio.
Nunca entendí por qué en la película "Los Desarraigados" su personaje habla como si fuera hija de Tizoc: "No lo quiero entender, patroncito". Una estupidez pues su personaje es el de una muchacha bonita, rebelde, que radica en la frontera de EEUU, pero, bueno, la culpa lo tuvo la Lety por no soñar con actuar en películas de Woody Allen.
Lety no actuó más. Lo que parecía ser para ella un camino ascendente de pronto se interrumpió.
A veces, muy de vez en vez, la televisión programa sus películas y yo tengo la fortuna de verlas. Cuando en la pantalla aparece la palabra Fin, apago el televisor, cierro los ojos y veo a Lety en el salón de clases de la secundaria.
Ramiro Suárez y yo nos sentábamos justo detrás de María de los Ángeles y de Lety de todos los sueños. A veces ellas jugaban y, mientras el padre Carlos (de manera brillante) nos enseñaba las glorias de El Cid, Campeador, Ramiro y yo éramos jueces del maravilloso juego que ellas jugaban.
Lety fue, en la secundaria, una más de las compañeras. Tal vez descollaba un poco porque era el rostro más bello, pero nunca soñé con ella. Por esto no sé, jamás lo sabré, porqué nunca olvidé sus palabras ni sé qué me quiso decir con ellas: "No cambies, ¡nunca!".
Ahora no sé de verdad si le hice caso, porque he cambiado en muchas cosas, pero tal vez en lo esencial no. Por esto ahora recuerdo con afecto a la Lety de todos los vientos, la niña de nuestra generación de secundaria que cumplió sus sueños sin adjetivos.