domingo, 4 de enero de 2009

En nombre de Papá



Paty y yo fuimos al panteón hoy en la mañana. Cuando mi papá falleció (en 1990) mi hermano (que nunca tuve) me decía: "Lo hagamos en nombre de papá", y hacíamos algunas cosas como homenaje a él. Por ejemplo, íbamos a San Cristóbal y comprábamos "cacaté" (mi papá bromeaba diciendo: "caca de no sé qué", pero era una de sus botanas favoritas). El cacaté es una semilla amarga amarga. Mi hermano imaginario y yo regresábamos a Comitán. Como la cáscara del cacaté es dura, golpeábamos la cáscara con una piedra hasta que descubríamos la semilla blanca. Todas las semillas las colocábamos en un frasco con agua y sal. Lo dejábamos curtir por semanas (ya no recuerdo cuánto). Después de un tiempo sacábamos las semillas, las poníamos sobre un plato, le echábamos limón y las probàbamos. Ambos arrugàbamos la cara por tanto amargor, pero cuando mi hermano estaba a punto de escupir la semilla, yo decía: "Lo hagamos en nombre de papá" y ambos reíamos y seguíamos comiendo como si el cacaté fuera un chocolate de almendras.
Hoy, Paty y yo fuimos a dejar flores a la tumba de mi papá. Caminábamos por en medio de los pasillos cuando Paty vio una capilla casi en ruinas con una mini ventana. ¡Tómale una foto!, dijo Paty, pero yo le dije que faltaba la escala humana para que los espectadores apreciaran el tamaño de la ventana. Entonces Paty se colocó como una modelo de esas que anuncian autos o muebles y yo tomé la foto.
Paty se resistió un poco para que yo subiera la foto al blog, pero, al final aceptó. Debe ser porque yo invoqué aquella famosa frase: "Lo hagamos en nombre de papá".