lunes, 20 de abril de 2009
F - estival
Regresa el estío. El festival internacional Rosario Castellanos llegó a su fin el día de ayer. Como en todo, hubo luces y sombras. Dentro de estas últimas varias ausencias importantes que molestaron al público: No llegó Carlos Navarrete, Ricardo Rocha, Laco Zepeda; por lo que hubo necesidad de cubrir dichas ausencias. Una de las luces fue la presencia de Dolores Castro (quien sustituyó a Ricardo Rocha). Doña Lolita tiene 86 años e hizo el esfuerzo (no puedo llamarlo de otra manera) de venir a Comitán para rememorar a su amiga. Con su voz deldaga de cristal a punto de quebrarse, con cierto temblor en sus manos y una ostensible dificultad para caminar, doña Lolita se embarcó en esta aventura donde los comitecos agradecemos su presencia. Algunos compas me dijeron que no asistirían porque ¿qué de novedoso podía decir "la viejita"? Tal vez la novedad estuvo en su presencia. A sus ochenta y feria de años sigue lúcida, simpática, tiuca frágil que aún intenta el vuelo. Héctor Cortés Mandujano -destacado escritor que anduvo por ahí- me comentó que en una ocasión alguien le preguntó porqué no había descollado más en el terreno de la poesía así como había descollado su amiga Rosario. Dice Héctor que doña Lolita dijo: preferí casarme, tener hijos, ¡ser feliz! Así la vi, feliz por el momento. Ahora puedo recordar su imagen, de espaldas, apoyándose en un bastón, caminando por el corredor de la Casa de la Cultura, yendo hacia la puerta de salida. Conforme con lo que la vida le dio, con lo que decidió. Rosario eligió otro camino, uno más lleno de reflectores ante el público, pero miserable en su vida personal.
Sí, de plano, la presencia de Dolores Castro fue un acierto. ¿Volveremos a verla por acá? Lo dudo, por eso su presencia fue una motita de luz.