sábado, 18 de abril de 2009

Los caminos recorridos


¿Existen lecturas mejores? Es decir, ¿un lector profesional tiene una mejor lectura que un lector no avezado? ¿El lector de "El Quijote" del siglo XVII tenía la ventaja de lo contemporáneo, respecto al lector del siglo XXI? ¿El lector de estos tiempos tiene mayores elementos de análisis?
¿Quién lee mejor a William Faulkner: el lector que nació y vive en Argentina, o el lector que nació y creció en la misma región donde se desarrolla la obra de Faulkner?
En una ocasión, conocí en Tuxtla a un investigador de una universidad de EEUU. Su tesis doctoral la estaba preparando acerca de la obra literaria de Revueltas. Su trabajo sonaba interesante pues relacionaba los pájaros y el vuelo en la obra del autor mexicano. Pero su desconocimiento del contexto mexicano lo orillaba a ciertas incorrecciones. Lo oí hacer una gran metáfora poética respecto al dicho de "pájaro de cuentas". No sabía que acá en México esto alude a un delincuente, a un pícaro.
Tal vez por esto, desde siempre, he considerado que los comitecos somos los mejores lectores de la obra de Rosario Castellanos; es decir ¡podemos serlo!
Si aplicáramos un poco de rigor académico lograríamos hacer la gran lectura de Rosario.
El día de ayer, dentro del Noveno Festival Internacional, dos académicas comitecas participaron en el foro. Esto fue como una señal. Angélica Altuzar y Silvia Álvarez nos compartieron su mirada. Ellas, por haber nacido acá, conocen los ladrillos que habitan los corredores de la casa de Rosario. Esto es una buena señal.
Así como los lectores de habla española tienen la ventaja del idioma con respecto a los hablantes de otras lenguas a la hora de leer a Cervantes, así los habitantes de Cartagena tienen cierta ventaja con relación a nosotros a la hora que leen los Cien Años de Soledad, de García Márquez.
Los comitecos conocemos esas calles empedradas que aparecen en "Balún Canán", sabemos los giros lingüísticos que ahi vuelan. Tenemos cierta ventaja sobre los lectores de otras partes del mundo, pero, parece, no la hemos aprovechado. Da pena reconocerlo, pero los comitecos hemos desperdiciado la gran oportunidad de ser paisanos de Rosario. La hemos desperdiciado en muchísimos sentidos.