miércoles, 29 de abril de 2009

Con aroma de tenocté


Vicky Gordillo me envió un correo hace rato. Ella recuerda algunas flores y usos. Creo que, en medio de esta contingencia, es bueno recordar que los hombres pertenecemos a la naturaleza. Nos hemos olvidado de una vida más sencilla.
Por esto, creo que vale la pena compartir este mensaje con los lectores de este cuaderno. Si hoy, al salir al patio de la casa o a la calle, vemos una flor y algo de su esencia nos toca, tal vez algo del universo modifique su curso equivocado.

Compadre:
He leído algunas de tus Arenillas y me han gustado, sobre todo porque algunas hablan de esta ciudad, sus costumbres (anteriores y actuales). Veo que te gusta platicar con personas mayores para saber de su época y sus recuerdos.
Me gustaría que escribieras algo acerca de los árboles y flores, que poco a poco van desapareciendo y se pierden en el olvido. Algunas de las que yo recuerdo son: la platina, con su flor blanca, que cubre toda la mata y con su aroma perfuma las huertas; el tenocté, con sus ramas de flor blanca y la leyenda de que cuando una pareja de novios pasa bajo el árbol, la novia se escapa con él; el ococ, que con sus flores en forma de brochitas en colores blanco, amarillo y fushia le dan mucha alegría al ambiente; la conocida flor de mayo que antes llamábamos juchuch, también aromática; la mosqueta, con su flor blanca y sus guías que cuelgan en los cercos y bardas. El árbol que ya no he visto desde hace muchos años es el de penumbra. Asimismo recuerdo la enredadera llamada velo de novia, que, precisamente, se usaba para adornar las iglesias en las bodas o adornar las casas siempre que había baile. Bueno, por el momento te envío estos recuerdos, porque por ahí hay otros. Luego te digo.
Saludos, no hay besos para evitar contagios.
Vicky