sábado, 25 de abril de 2009
Las cajas de luna
Adentro de una caja de cartón conserva las cartas. Al fondo de un mueble de madera tiene la caja, detrás de un montón de mascadas de seda. Los sobres que contienen las cartas son de color rosa. La cinta que amarra el atado de cartas tiene el mismo color. Son cartas de mi novecientos cincuenta y cuatro. De cuando él era su novio, de cuando él estaba en Comitán y ella en la ciudad de México, de cuando le pidió que se casara con él.
¿Y ahora? ¿y dentro de cincuenta años qué recuerdos conservarán las mujeres? ¿Conservarán un dvd que contenga los "mensajes" que en este 2009 les envían sus amados?
Tal vez un día, dentro de cien años, los hombres apreciarán estos dvd's porque ya otra innovación habrá terminado con ellos. Tal vez, los hombres (con la misma "saudade" con que hoy escribo) extrañarán esos mensajes que por internet enviaban los abuelos a sus amadas.
Mientras tanto, hoy, digo que el mundo extraña las cartas que tardaban "siglos" en llegar. Ahora que la comunicación es instantánea, que todo parece acercarse a la velocidad de la luz, hay una cierta nostalgia por las viejas cartas. Por esto, a veces, la veo retirar las mascadas, sacar la cajita de cartón y acariciar el atado de cartas. Como si pudiera, por un extraño efecto de ósmosis, traducir los olores de los años cincuentas del siglo pasado. Tal vez sus manos leen las esencias, tal vez sus huellas digitales recuperan las huellas de los siglos. Tal vez.