sábado, 27 de junio de 2009

EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO


¿El mejor oficio del mundo? Sandrita de Los Santos, en El Heraldo, escribe una sección con este nombre. En la entrevista, Fulano dice que su oficio es el mejor oficio del mundo, pero al domingo siguiente resulta que Merengano sostiene que el suyo tiene tal categoría. Uno no sabe qué hacer, porque sabe que quien ejerce su oficio con amor lo considera el mejor oficio del mundo.
Lo mismo debe de suceder en otras galaxias. Imagino que en el planeta iosuj97m hay oficios que a los terrícolas nos parecerían excéntricos. Los humanos esperamos que en otras lunas y otros planetas haya oficios más dignos que, por ejemplo, el de pepenador en basureros. ¿Existe alguien que piense el oficio de pepenador es el mejor oficio del mundo? ¡Sin duda! El líder de los pepenadores que se embolsa miles de miles de pesos al día.
El otro día escuché a un periodista decir que el periodismo es el mejor oficio del mundo; sin embargo un compa mío sostiene que el mejor oficio del mundo es el oficio más antiguo del mundo (lo dice porque le encanta andar enredado con las muchachas bonitas de la zona. ¿Quién sabe qué opinen ellas?).
A mí no me están preguntando, pero creo que el mejor oficio del mundo es el oficio de lector.
Leí una entrevista donde apareció la siguiente pregunta: "¿Cuál es tu sueño guajiro?". El entrevistado respondió que le gustaría tener un oficio donde le pagaran por viajar a todo el mundo. ¡Existen estos trabajos! Algún fotógrafo del National Geographic o un tipo de esos que tienen programas en la televisión donde viajan a todas partes probando y conociendo las diferentes cocinas y comidas del mundo.
A mí no me están preguntando pero mi sueño guajiro sería que me pagaran por leer (una vez soñé con ser un famoso crítico de cine para que me pagaran por ver películas todo el día).
Esta foto que subí la tomé hace pocos días en un evento denominado "El kilómetro del libro". Corresponde a la plaza central de la ciudad de Las Margaritas. Imagino que la muchacha bonita recorrió los metros con libros y, de pronto, ¡el prodigio! Un texto le llamó la atención, se sentó en el suelo, tomó prestado el librincillo y se puso a ejercer el mejor oficio del mundo: ¡la lectura!
Sé que ahora alguien está refutando este escrito y diciendo que la lectura no es un oficio (aún recuerdo a aquel maestro que nos regañaba cuando leíamos revistas de monitos con la clásica frase: "Dejen de güevonear, ¡pónganse a hacer algo de provecho!"). Esta es la tragedia de la tierra. La lectura no pasa de ser un mero entretenimiento. El día que lo consideráramos un oficio otro gallo nos cantaría.
Esta vocación resulta poco atractiva para fines prácticos, está dentro de la categoría del oficio de escritor, donde el padre de familia bufa como toro al enterarse que su hija quiere estudiar literatura en la universidad. "Burra, te vas a morir de hambre".
Tal vez por esto a mí me da gusto toparme con muchachas bonitas que se sientan a leer a mitad del parque, debajo de una gran carpa. Mientras el mundo pasa a su lado, ellas (o ellos, los lectores) descifran el universo.
(Nota: Segundos después que tomé la foto, ella levantó la vista y me vio. Me dio pena. Nunca fue mi intención quitarla de su concentración. ¡Quién sabe desde qué altura cayó! Me di la media vuelta y caminé. Cuando llegué a unos setos, me escondí detrás de los arbolitos y asomé mi cara. Con alivio miré que ella ya había olvidado de nuevo la rutina del día y estaba inmersa en un fantástico universo).