martes, 2 de junio de 2009
PIEDRAS EN EL CIELO
Hay hombres que tienen propensión a cargar piedras. Se les ve caminar de manera lenta. A la distancia pareciera que son muy fuertes, pero es todo lo contrario. Porque, a final de cuentas, el hombre no tiene como vocación principal caminar, sino ¡volar! ¿Qué hombre puede levitar cuando lleva piedras como grilletes?
Hay hombres que insisten en colocar piedras en los techos de sus casas. Argumentan que es para evitar que las láminas emprendan el vuelo. Este tipo de hombre es el clásico necio que no sólo se jode la vida propia sino insiste en joder vidas ajenas. Resulta que también impide el vuelo de las láminas. Las láminas (sean estas de cartón, de zinc o de albesto) son voladoras por naturaleza, su forma aerodinámica así se los demanda. No obstante, hay hombres que les colocan piedras encima para evitar que jueguen en temporada de huracanes o de vientos encontrados. Son hombres que están acostumbrados a atar todo y a atarse de todo. Son hombres que cargan piedras soñando que son nubes, que son la entrada a los cielos más sublimes. Qué jodidos estos hombres. Cuando tienen poder son nefastos. Son los que vemos a diario llenándose de piedras las bolsas de las carteras, los que levantan todas las piedras que hallan sobre las camas de los moteles y de las casas de campo; los que coleccionan piedras que les llaman preciosas, sin saber que no dejan de ser piedras; los que las avientan a diario sobre los otros rostros sólo para contravenir el principio bíblico y ser los primeros de algo que nunca han entendido en el laberinto de su razón, en el tobogán de su corazón.