jueves, 25 de junio de 2009

Heriberto


El poeta miraba el cielo y decía: "El relámpago verde de los loros". ¿A qué hora se asoma un relámpago? ¿Siempre es presagio de tormenta?
Es una raya fugaz en el cielo, una raya verde, como si fuera un preludio de lo que es la vida: apenas un instante.
Por la casa pasa un grupo de loros en la mañana. A veces se paran en un árbol que está en un patio cercano. Ahí los veo separados, cada uno en su particular individualidad. Pero cuando emprenden el vuelo vuelven a ser una masa compacta que vuela como si fuera un grupo de aviones en formación perfecta. Hacen una gran alharaca, como para llamar la atención.
¿Por qué llegan a las casas? Ahora es costumbre comprar loros, pero hubo un tiempo en que llegaban a "regalarse" a las casas. Por una razón inexplicable, un loro se separaba del grupo y llegaba hasta el patio de una casa. Ahí se dejaba cortar las plumas y obedecía cada vez que su nuevo "dueño" lo obligaba a entrar a una jaula. Pero, un loro con las alas cortadas tenía la libertad para salir de la jaula y pasearse por toda la casa, para comer el pedazo de elote hervido o desmenuzar pacientemente las semillas de girasol. Un loro con las alas cortadas tenía la libertad para estar columpiándose en el aro de una llanta vieja de bicicleta, para picotear los pies de la dueña, para girar en torno de su dueño pidiendo una tostada dorada. Un loro con las alas cortadas tenía la libertad para dialogar con el dueño (dicen que los loros con cabeza amarilla son los más habladores. Tengo un afecto que debe ser de esta estirpe porque, como dicen, "habla hasta por los codos").
Un loro con las alas cortadas tenía la gracia de chiflar marchas marciales, de pedir la comida "Mi comida, Pancha, mi comida"; de contestar al llamado de la puerta: "¿Quién, quién toca la puerta?"; o de preguntar por los de la casa: "¿En dónde está el cabrón de Jorge? ¡Jorge, Jorge, cabrón!, ¿en dónde estás?".
Hoy los loros ya no se regalan como antes, ya no se dejan cortar las alas. Ahora pasan en bandada por el cielo de mi casa. Forman un relámpago verde instantáneo.
Ayer recibí un correo:

"OSCAR BONIFAZ

Con el más profundo dolor, participa a usted del sensible fallecimiento de

HERIBERTO

Su loro amigo que lo acompañó durante muchos años y que hoy descansa en el cielo de los loros.


junio 24 del 2009".

Los humanos no sabemos bien a bien de qué color es el cielo (de los humanos). Dudamos en pintarlo de blanco o con ciertos tonos de azul. Hay personas que dudan incluso del color del infierno, no lo ven completamente rojo sino que le asignan un color ocre o totalmente oscuro. En lo que no tenemos duda es en el color del cielo de los loros. Debe ser porque está tapizado con las alas recortadas de los loros que, antes, se llegaban a regalar a las casas.