martes, 25 de agosto de 2009
LOS PAVOS TAMBIÉN MUEREN DEL VIRUS A ACHE ELE ENE ELE (SEGÚN ELBA ESTHER GORDILLO).
Caralampio es un ratón comiteco que creció viendo la televisión. Sus ídolos -obviamente- son El Ratón Crijpín (así con acento jarocho) y El Ratón Miguelito. De niño (bueno, de pequeño) miraba la tele todas las tardes, en compañía de su primo Eulogio. Mientras Caralampio soñaba con ser un ratón famoso, su primo, odiaba ser ratón y soñaba en ser un guajolote. Le jorobaba tener pelos, él deseaba tener plumas y esponjarse y pavo-nearse.
Caralampio -de ratita- soñaba con que un dibujante comiteco lo convirtiera en un dibujo animado y saliera en la televisión y los niños de todo el mundo lo adoraran y colgaran sus posters en los dormitorios.
Un buen día todo Comitán se enteró que Eulogio había desaparecido. Muchos dijeron que se había ido con gente del Circo Atayde; otros apostaron que lo habían hallado en Veracruz, trepándose en un barco carguero con rumbo a Siberia.
Lo único cierto es que Caralampio no volvió a escuchar nada de su primo hasta ayer que abrió su correo electrónico.
Aún cuando los humanos no pensamos mucho en ratones (salvo que los tengamos adentro del cuarto de tiliches o, peor, adentro del closet y busquemos un pedazo de queso para ponerlo en la trampa), estos roedores destructores sufren los mismos avatares que nosotros. Odian los temblores y las "crecidas" de los ríos; asimismo padecen las sequías y mueren de hambre cuando la cosecha de maíz no se logra.
Al ratón Lampito le gusta meterse entre las milpas y -junto con sus compas- acabar los sembradíos de frijol de suelo. Siempre anda pensando en cómo le harán sus compas chinos, por ejemplo. Se pregunta si los chinos andan metidos con el agua hasta el cuello comiendo arroz.
Ahora, con esto de que el azúcar y el pan subieron de precio, Caralampio ha tenido que restringir su dieta. El otro día fue a la Central de Abasto y apenas logró hallar una manzana podrida entre la basura. Es el colmo -me dijo- hasta la basura es más basura cada vez.
Yo nunca había pensado en que también hay basura de segunda y basura -digamos- de exportación. Por el momento Caralampio ha dejado de lado sus sueños de ser actor de la televisión (en Comitán, además de que no hay televisión con programación propia, tampoco hay muchos diseñadores que dibujen personajes de caricatura).
Ayer encontré a Caralampio compungido. Eulogio murió. ¿Envenenado?, pregunté. No -me dijo- de influenza.
Y me contó que su primo, en efecto, había trepado en un barco carguero, pero en lugar de ir a Siberia (Eulogio no comulgaba con ideas comunistas) fue a parar a Chile (Eulogio sí comulgaba con las ideas socialistas de Allende). Ahí, después de trabajar en viñedos, juntó su paguita para hacerse la operación conocida como "La jarocha sudamericana". Cambió de personalidad y logró su sueño: ¡fue pavo! Caralampio dice que en la navidad de 2008 fue a visitar a su primo, pero éste no lo llevó a pasear a ningún lado porque se la pasó encerrado en su casa por aquello de la cena de nochebuena.
Y quién lo iba a decir -me contó Lampito- ayer recibí un correo en la computadora avisándome que mi primo Eulogio lo mató el pinche virus. Fue uno de los sesenta mil pavos que murieron de tal enfermedad en aquel país.
Caralampio se llevó las manitas al corazón y dijo: Si hubiera aceptado su destino seguiría vivo.
Para que no estuviera tan triste invité al ratón a ver la película "Ratatouille". Él se sentó al lado de Tasha (la perrita), puso sus manitas detrás de su cuello, cruzó las patas y disfrutó la película comiendo muchas palomitas que le preparé.